Diversos actos conmemoran el 215 aniversario de la batalla de Brión

(Monumento a la Batalla, en el Baluarte de San Juan-zona portuaria)
(Monumento a la Batalla, en el Baluarte de San Juan-zona portuaria)

Se celebra en esta jornada el 215 aniversario de la batalla de Brión en la que  miembros del Ejército y la Armada así como paisanos de la zona ferrolana consiguieron hacer frente a una flota de 100 navíos ingleses que transportaban 25.000 hombres  y que tras desembarcar en Doniños y San Xurxo pretendían apoderarse de la plaza de Ferrol, de sus Arsenales y destruir los buques surtos en la ría.

CELEBRACIÓN

En el programa de fiestas de verano de la ciudad figuraba que a las doce de esta mañana se efectuaría una descarga de cañón y fusilería en la plaza de Armas, a la vez que se inauguraba una exposición dedicada a la batalla de Brión.

(Luís Calvo)
(Luís Calvo)

Justamente momentos antes se anunciaba por Luís Calvo, presidente de la Asociación Cultural «Conxeito» encargada de organizar los actos conmemorativos, que había un error y que lo previsto, en el programa de mano sobre las fiestas, para esta mañana se celebrará por la tarde, a partir de las ocho, en la misma plaza, en la que se prevee la interpretación por la Banda Ferrolá de Música, bajo la dirección del maestro Narciso Pillo, de dos piezas musicales, «Pompa y circunstancia» de E. Elgar y «Obertura solemne 1812.Op 49» de P.I.Tchaikovsky, a las que seguirán el cañonazo y salvas a cargos de miembros de la Asociación de Amigos de la Batalla de Brión que vestirán trajes de la época.

Por último  tras un «chamamento para defender a praza» por el Teniente General Melgarejo y el Conde de Donadio  se celebrará el acto «Letras noi vento», con lectura de varios temas junto con una interpretación al violín a cargo de Estrela Gómez. Colaboran  «Bartoleta Teatro» y el «Obradoiro Teatro Municipal Armelinda» de Ares

(De Miguel A. Fernández Fernández (Dos días de gloria)
De Miguel A. Fernández y Fernández (Dos días de gloria)

LA BATALLA DE BRIÓN

La batalla de Brión (25 y 26 de agosto de 1800) fue un enfrentamiento bélico entre tropas británicas y españolas, con victoria de las segundas, en el contexto de la guerra anglo-española (1796-1802), iniciada por España como aliada de Francia contra Inglaterra. En el transcurso de esta batalla Francia libraba la guerra napoleónica de la Segunda Coalición. La batalla tuvo lugar en diversos puntos cercanos a la Ría ferrolana. Uno de ellos, el pueblo de Brión, da nombre a la batalla, a la que también se denomina en ocasiones Batalla de Doniños, por ser ésta una de las dos playas en las que desembarcaron los atacantes.

Durante la Guerra de la Segunda Coalición, como parte de los planes militares contra sus enemigos franco-españoles, altos mandos del ejército británico recomendaron a su gobierno ejecutar un ataque por sorpresa contra un objetivo estratégico lo más desprotegido posible. Por ello, el Secretario de Estado para la Guerra Henry Dundas ordenó en 1800 una incursión en el puerto español de Ferrol, que disponía de unas defensas sumamente deficientes, a pesar de ser uno de los más relevantes de la Armada Española y de albergar un valioso arsenal. Además, en aquellos momentos fondeaban en él diez buques de guerra, entre ellos seis importantes navíos de línea, cuya destrucción, junto con la del puerto, ocasionaría un grave perjuicio a España. De esta forma pensaban los anglosajones contrarrestar la tenaz resistencia que la flota coaligada estaba oponiendo al bloqueo naval de Brest al que la estaban sometiendo.

La fuerza expedicionaria enviada a Ferrol,  constaba aproximadamente de cien barcos, de los cuales unos veinte eran de guerra (navíos de línea, fragatas y bergantines) y el resto de transporte. Entre marinería, infantes, artilleros y fusileros, el contingente embarcado ascendía a unos 15.000 hombres. El contralmirante John Borlase Warren era el encargado de trasladar a las tropas terrestres que dirigiría luego el general James Pulteney.

Migel A. Fernández y Fernández-Dos días de gloria)
De Miguel A. Fernández y Fernández (Dos días de gloria)

EL DÍA 25

Hacia el mediodía del 25 de agosto de 1800, los vigías de la costa alertaron de la cercanía de una escuadra con pabellón francés, que les hizo sospechar que podría tratarse de una argucia británica para aproximarse a la costa haciéndose pasar por sus aliados. Sin embargo, las autoridades portuarias, entre ellas el comandante general del Departamento, Francisco Melgarejo, más pendientes de los festejos de la onomástica de la reina María Luisa de Parma, no le dieron importancia al asunto, pues por aquellas fechas era frecuente en la zona el tránsito de barcos de guerra.

Por el contrario, el comandante de la flota estacionada, Teniente General Juan Joaquín Moreno, acudió a verificar la información, y él mismo observó entonces cómo fondeaban los británicos en las playas de Doniños y San Jorge, y a continuación destruían la artillería defensiva española más cercana. Desembarcaron luego unos 10.000 hombres aproximadamente, básicamente siete regimientos de infantería y un cuerpo de fusileros, más 16 cañones de campaña.

Lo primero que hizo Moreno fue marchar a su buque insignia, el Real Carlos, y ordenar desembarcar en El Vispón a unos 500 infantes de marina, que a continuación tomaron posiciones en Brión y La Graña. A ellos se sumarían poco después unos pocos soldados más enviados por el general Melgarejo, ya puesto al corriente de la situación por el Teniente General.

Otras medidas tomadas por Moreno fueron alejar sus barcos de las posiciones enemigas, instalar artillería en el Castillo de San Felipe y situar lanchas cañoneras en la bocana de la ría para impedir una posible entrada de buques británicos. Además, reforzó el contingente apostado en La Graña con 200 marineros más. Melgarejo avisó a las guarniciones cercanas, y a las 5 de la tarde partió hacia el frente la División de Granaderos y Cazadores de Jubia, que arribaría a Catabois al anochecer.

Los británicos marcharon rodeando por ambos lados la laguna de Doniños. Cuando ya caía la noche, en las alturas de La Graña encontraron resistencia de los españoles, que no duró mucho, ya que dada su inferioridad numérica se retiraron y refugiaron en el pueblo. Sin embargo, esto retardó a los hombres de Pulteney, quien no se atrevió a ocupar Brión con la oscuridad.

(Buena despedida)
(Resistió el Castillo de San Felipe)

EL DÍA 26

Al amanecer del día 26, el mariscal de campo Conde de Donadío, quien ostentaba interinamente el mando militar de la plaza, quiso cortar al enemigo el acceso a Ferrol por el norte. Por ello, al frente del Batallón de Orense tomó posiciones desde Serantes a Valón. Además, las fuerzas de La Graña, que se reorganizaron durante la noche, habían vuelto a subir a Brión. El combate se reanudó cuando la División de Jubia, sin esperar órdenes, cargó contra el flanco izquierdo británico. A pesar de que sólo disponía de unos 1.500 hombres más, a Donadío no le quedó entonces más remedio que ordenar un ataque general.

Los españoles repelieron por dos veces el empuje de los anglosajones, pero finalmente perdieron La Graña y Valón, y a la postre tuvieron que replegarse hacia Ferrol. Sólo el Castillo de San Felipe resistió la ofensiva gracias a sus dos piezas de artillería y a las lanchas cañoneras, así como al fuego abierto desde el fuerte de La Palma (en la orilla opuesta).

La batalla parecía decantarse hacia el lado británico, que dada su gran ventaja podía ahora avanzar definitivamente hacia Ferrol y conquistarla. No obstante, a pesar de su escaso número, los defensores habían opuesto una resistencia mayor de la esperada por Pulteney, quien había previsto ejecutar una operación rápida que sorprendiera al enemigo y que se saldara con escasas bajas propias. Además tuvo noticia de que acudían más refuerzos desde Mugardos y otros sitios. Por todo ello calculó mal el potencial del rival y pensó que se enfrentaba a una cantidad mayor de fuerzas que las que realmente se encontraban en el lugar. Habiendo perdido ya la capacidad de sorpresa, y ante el temor de sufrir demasiadas bajas, el general resolvió retirarse y reembarcar.

Hacia las 11 de la mañana los británicos iniciaron el repliegue hacia la costa, y en torno a las 2 de la tarde comenzaron a subir a las naves.

CONSECUENCIAS

Se calcula que Donadío, a última hora y tras recibir los nuevos refuerzos, pudo haber sumado bajo su mando el día 26 entre 3.000 y 4.000 hombres, incluyendo milicias de civiles armados. A pesar de ello, si Pulteney hubiera ejecutado con rapidez y determinación el ataque a Ferrol, seguramente habría obtenido un contundente triunfo y causado un gravísimo daño a la Armada Española. Su errónea evaluación de la situación se debió fundamentalmente a la ausencia de ojeadores que le informaran con exactitud del tamaño y disposición de las unidades españolas. También fueron determinantes las acertadas decisiones de Moreno, en especial las relativas a la artillería de San Felipe y a las lanchas cañoneras. Asimismo influyó la alta moral de las tropas defensoras, que a pesar de hallarse desprevenidas al principio, combatieron con tenacidad.

Para España, la mayor consecuencia positiva de esta victoria táctica es haber salvado in extremis un arsenal y unos barcos cuya pérdida habría sido de gran importancia para el desarrollo de la guerra.

El Reino Unido intentó posteriormente otro ataque a la costa española: en octubre de ese mismo año, una escuadra se presentó frente a Cádiz, pero desistió de sus intenciones ante la inminente llegada de una tormenta.

 

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