Manuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
La muerte del inmigrante senegalés Mor Sylla, de 50 años, al caer de un balcón desde un tercer piso cuando trataba de huir de los Mossos d’Esquadra en Salou, Tarragona, ha conmocionado a la opinión pública, dividida al apoyar o censurar las protestas contra la policía por haberlo “asesinado”.
Entre uno y dos centenares de senegaleses, indocumentados llegados a España en pateras, organizaron manifestaciones, interrumpieron la circulación ferroviaria y se enfrentaron a pedradas a los Mossos.
Al amanecer del pasado día11, la policía entró con orden y presencia judicial en el piso que habitaba Sylla, supuesto jefe en Salou de los “manteros”, vendedores de productos falsificados en esa localidad turística de 27.000 habitantes.
Por formar parte de un colectivo generalmente amable y poco conflictivo múltiples activistas proinmigrantes, asociaciones de inmigrantes, de izquierdas y ONGs, protestaron contra los policías llamándoles “asesinos”.
Desdeñan que la venta de productos falsificados es delito y que Sylla se mató por su propia imprudencia. Otro mantero que le acompañaba se dejó detener sin huir.
El partido gobernante en Cataluña, Convergencia, se escondió tratando de evitar críticas, PSC y ERC exigieron una investigación del caso, como si no fuera a hacerse sin su demanda, y los antisistema del CUP, aliados en el independentismo de Artur Mas, declararon que la muerte era fruto del racismo y la xenofobia que sufren los inmigrantes, para los que exigen trabajos legales que tampoco tienen los españoles.
Es curioso el caso de la piratería intelectual: mientras pedían “papeles para todos” los inmigrantes, los artistas “de la ceja” exigían máxima dureza policial contra la piratería discográfica.
Ellos y otras fuerzas autoproclamadas “progresistas” afirman en numerosos manifiestos que la inmigración pagará las pensiones de los españoles, pero los manteros, no, y sus clientes españoles, tampoco