Manuel Molares do Val( molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
El principal aliado de Franco en sus 36 años de dictadura fue la seguridad ciudadana, impuesta con un sistema político-judicial que, además de perseguir brutalmente la disidencia política, castigaba sin piedad los delitos comunes.
Luego, vinieron las alegrías legislativas de la democracia, en la que era obligatorio tolerarlo casi todo. La ideología y la política quedaron protegidas, pero la delincuencia común ganó también muchas libertades.
Por eso la sociedad ha ido pidiendo sanciones más duras, a las que la derecha puede satisfacer más fácilmente que una izquierda para la que siempre el criminal más abyecto es un buen salvaje rehabilitable, como impone ingenuamente la Constitución.
El Parlamento, controlado por el PP, acaba de aprobar cinco normas que pretenden incrementar el orden público y controlar a los partidos políticos.
Dos de ellas son el nuevo Código Penal, que incluye la prisión permanente revisable, tan solicitada por las víctimas, y la ley de seguridad ciudadana, llamada por la oposición “ley mordaza”, pero que no impide nada más que la violencia o lo que conduce a ella en las protestas.
Pero, escuche, señora oposición: ambas están apoyadas por la ciudadanía en las encuestas, como también la devolución «en caliente» de los inmigrantes que hayan saltado ilegalmente la frontera.
Otra gran ley es la antiterrorista, orientada a perseguir el yihadismo, que contó con el apoyo del PSOE.
Hay también dos normas que, con la ley de transparencia, parcialmente en vigor, quieren mostrar un PP anticorruptos: la ley de financiación de partidos y el estatuto de los altos cargos. Tarde, pero lo cierto es que deberían impedir los latrocinios que ahora están en los juzgados.
Los sondeos señalan que los españoles desean volver a castigar las inconveniencias que, aunque muchas serán delitos leves, los más graves se sancionarán con multas de hasta 600.000 euros. Y estas reformas legislativas podrían ir en ese sentido.
Esto es lo que ha impuesto Mariano Rajoy en su último año como primer ministro, y como aspirante a repetir entre 2016 y 2020. Le quedan nueve meses para popularizarlas y popularizarse él.
Sabe que si vende bien esta mercancía, además de la economía, puede volver a ganar las elecciones. Franco perduró con leyes tranquilizantes, pese a su dictadura.