Las plazas urbanas siempre fueron un lugar de encuentro donde los ciudadanos se pueden reunir sin distinción de origen, posición social o ideología, constituyendo la esencia de la urbe. El siglo XXI debe cuidar las plazas ciudadanas para que sean ese lugar privilegiado donde late el corazón de la ciudad y se conserva su memoria histórica.
En Ferrol, las dos plazas del racional barrio de la Magdalena, Armas y Amboage, se encuadran en la cuadrícula como centros bipolares del espacio urbano. Mientras tanto desaparecieron las plazas nacidas como lugar de paso y nexo de unión entre el centro histórico da Magdalena y los entonces barrios periféricos de la urbe, caso de las Angustias, Callao y Capitanía, hoy transformadas en lugares de circulación y aparcamiento de vehículos.
Mientras sigue la degradación de las plazas ajardinadas de San Francisco y Herrera, la Praza Vella sigue totalmente arruinada y la plaza de Ferrándiz prácticamente ha desaparecido, cumple tener un breve y piadoso recuerdo hacia la que fue la plaza de entrada de la ciudad. En otra ocasión habrá que hablar de los experimentos municipales llevados a cabo en lo que un día se llamó Porta Nova y más tarde Plaza de España.
La plaza de Sánchez de Aguilera
Hoy damos una vuelta por dos pequeñas plazas del centro urbano de Ferrol. La plaza Sánchez de Aguilera, situada frente al antiguo Hospital de Caridad, ni siquiera tiene la placa que le daba nombre. Se trata de una plaza de pequeño tamaño, formas geométricas muy clásicas, césped y setos tan solo regularmente cuidados, dotada de unos bancos al que algunos arbolitos proporcionan su sombra.
Al norte y sur de la plaza una serie de edificios excesivamente altos ahogan su espacio, mientras que en su cierre oriental una muralla descuidada y sucia estropea su estética. Preside su centro el busto de Dionisio Sánchez de Aguilera, personaje sevillano de grato recuerdo en Ferrol. Tallado en mármol por el escultor vigués Ramón Buch hoy la obra desmerece colocada en un anodino pedestal que muestra un “jibarizado” personaje. De origen el busto estaba colocado sobre una hermosa fuente a modo de pedestal, hoy desaparecida en otro triste ejemplo del vergonzoso descuido que muestra la ciudad hacia su obra pública.
Plaza de la Paz-José Couso
La plaza de la Paz-José Couso, también conocida como Plaza de los Lacacitos, constituye una anodina y triste isleta de cemento, rodeada de una serie de cortos tramos circulatorios de tráfico rodado. Lugar de transición entre la plaza de las Angustias y las altas construcciones de la Avenida de Esteiro, sufre la acusada pendiente de su suelo, la ausencia de sombra y lo poco adecuado de su ornato (unas bolas metálicas de colores y unos extraños paraboloides de revolución) que, en absoluto atraen, sino que más bien alejan, al paseante.
Quizás el cercano monumento Ás Ceibes, colocado en estos momentos en un pedestal que nunca fue el suyo y que no parece apropiado para la obra que soporta, y que además está situado en un lugar poco adecuado como es una Alameda del siglo XVIII, podría ser trasladado, relevando a los esculturas de los tres paraboloides, para centrar esta moderna placita, una vez que se haya remodelado la horrible estética de la misma.