Imeldo Corral nace en el barrio de Esteiro en Ferrol el nueve de junio de 1889. Es considerado como uno de los mejores pintores gallegos de su tiempo, dejando una produción de más de dos mil obras, sobre todo de paisajes y marias de la comarca ferrolana, con títulos como “Mañan de neboeiro”, “Unha corredoira”, “Rio de Sáa”, “O Souto”, “Autorretrato”, “Bretema en San Paulo D’enriba”, “Sol da maña nos castiñeiros“…
Debido a su precaria salud, que le impide realizar cualquier trabajo que requiera un esfuerzo físico decide dedicarse a la pintura.
Ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Ferrol a los 18 años, donde cursa Dibujo durante el curso 1907-1908. Al tener que abandonar los estudios por enfermedad, se traslada a Madrid, donde hace dibujo y pinta al óleo, pastel y acuarela. Trabaja como copista en el Museo del Prado.
Celebra su primera exposición en Madrid, en 1912 en una exposición colectiva de pintores gallegos, en el Centro Gallego de Madrid, allí envía más de treinta cuadros y cincuenta apuntes. Los óleos son paisajes y marinas de la comarca ferrolana, con títulos tan sugerentes como “Mañan de neboeiro”, “Una corredoira”, “Rio de Sáa”, “O Souto”, además en esta exposición, presenta un autorretrato.
En 1917 participa en una exposición en A Coruña, organizada por Palacios, Sotomayor, Llorens y Seijo Rubio, en ella participan otros pintores, Ribas, Germán Taibo, González del Blanco, Manuel Abelenda…Imeldo presenta en esta exposición un total de nueve óleos y catorce apuntes. Sobre sus obras en esta exposición escribiría el crítico Alejandro Barreiro “Entiende, como el clásico, que el primer personaje de un cuadro es la luz, y en sus mejores lienzos, y desde luego en todos sus apuntes, resplandece el sol, filtrándose, tamizandose en dorados rayos entre los árboles, iluminando las sombrías vaguadas, las arboledas, los molinos viejos casi escondidos entre las frondas.”
En 1918 expone en A Coruña con motivo de un homenaje al violinista gallego Manolo Quiroga, y ese mismo año presenta en Madrid su primera exposición individual donde presenta un variado conjunto de paisajes.
En 1923 abre una exposición en Santiago, que constituye un exito y un gran acontecimiento social. Ese mismo año expone en La Coruña.
En 1928 expone en Madrid, en el Palacio del Retiro, con obras que llevan títulos como “Bretema en San Paulo D’enriba”, “Sol da maña nos castiñeiros”, etc. Imeldo hace poesía al pintar, es el poeta del color. Su técnica de pintura es particular, como el mismo explica en una entrevista publicada en la Revista “Departamento“, en 1929 : “No es exactamente una espátula corriente lo que empleo, son una colección de hierritos de seis y otros gruesos diferentes, de mi invención. En muchos casos no empleo los pinceles en absoluto, sino estos hierros”.
Siguen exposiciones en otras poblaciones de Galicia, Vigo, Orense, saliendo fuera de Galicia, a Leon y Barcelona. Gracias al apoyo del Centro Gallego de Buenos Aires expone en esa ciudad.
Considerado como uno de los mejores pintores gallegos de su época, fue definido por Eugenio Guzmán como “impresionista y sensacionalista al mismo tiempo”. Supo captar perfectamente la luz cambiante de las mañanas y atardeceres gallegos. Imeldo Corral dejó una producción de más de dos mil obras, repartidas en museos y coecciones particulares.
Imeldo Corral recibió la Medalla al Mérito Artístico del Concello de Ferrol, ya muy enfermo, el 7 de enero de 1976.
Fue miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes del Rosario, de Coruña, y miembro de honor de la Sociedad Artística Ferrolana. Muere el 8 de noviembre de 1976 en Ferrol, ciudad que le vio nacer.
En Ferrol una calle de la ciudad, en las inmediaciones del parque municipal “Raiña Sofía” lleva su nombre.
Ejemplo de modestia y honradez
De él dice Guillermo Llorca en su “Ferroláns” “Ejemplo de modestia y honradez con su trabajo, fue uno de los grandes paisajistas gallegos con una obra que ofrece una singular potencia evocadora. Concibe el paisaje en toda su profundidad espacial oponiendo a la minuciosa observación de la realidad que aparece en el primer plano, la gradual modulación de las lejanías,. Envueltas en la luz y en la masa de colores, realzadas por un vivo claroscuro.
En toda su prolífica obra hay una constante fidelidad a la forma y al fondo, aunque sin llegar al dominio del dibujo.
Entregado por completo a la pintura, no era un pintor de taller ni de escuela, sino que trabajaba en el medio, a diario inhóspito, buscando tema de inspiración y “pateando” muchos kilómetros. Artista romántico y enemigo de las vanguardias en cuanto tenían de esnobismo, era un hombre tímido, bohemio y solitario que solamente hablaba con los pinceles, de inconfundible estilo.
Pocos trataron con su veracidad los juegos de nieblas y de luces en los horizontes de Galicia, tanto en el paisaje de la montaña como del mar, de la que siempre está ausente la figura humana”.