Manuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
En ningún momento de su vida José Blanco trabajó en otra cosa que en la agitación, propaganda, organización y dirección del PSOE hasta que José Luis Rodríguez Zapatero lo nombró ministro de Fomento en 2008.
Un hombre sólo especializado en el aparato partidario y sin estudios que dirigió un ministerio con decenas de millares de euros de presupuesto.
Dejó enormes deudas, aunque no todo lo hizo mal, lo que sugiere que los políticos solo deben aprobar lo que sugieren los verdaderos técnicos.
Ejerciendo como ministro José Blanco inauguró, poco antes de la derrota electoral socialista de 2012, una parte del futuro ferrocarril de alta velocidad en Galicia.
Ocho meses después un tren que descarriló en Santiago por exceso de velocidad mató a 79 personas y dejó heridas a muchas decenas.
El maquinista no había reducido la velocidad según las indicaciones en ese tramo, que habían pasado antes sin problemas numerosos trenes como el accidentado.
Ahora se acusa a José Blanco del sinuoso trazado de la línea, que a la entrada de Santiago parece el más lógico. De otra manera la construcción sería imposible, por onerosa. Quieren inutilizarlo como candidato socialista al Parlamento Europeo.
Es como si se le acusara también de los accidentes en las curvas de las carreteras españolas por el exceso de velocidad.
O como si se culpara a los políticos de las muertes en los barcos Costa Concordia o el reciente del ferry coreano, con centenares de ahogados, cuando las causas fueron las alocadas imprudencias de sus capitanes.
Para obtener indemnizaciones y réditos políticos podemos acusar hasta al presidente de la Unión Europea, que subvenciona parcialmente la alta velocidad por España.
Pero quien conoce automóviles, barcos, trenes o aviones sabe que si la máquina no falla, falla el conductor.