Violenta justicia popular

manuel molaresManuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)

Un jurado popular, tres mujeres y seis hombres, acaba de absolver por unanimidad de la acusación de homicidio a un carpintero jubilado y enfermo que acuchilló a un chico de 17 años que entró en su casa de madrugada y que, tras forcejear con el anciano al que su mujer le había entregado el cuchillo, huyó y murió desangrado en la calle.

El suceso ocurrió la noche del 10 de julio de 2011 en las afueras de Pontedeume, un hermoso pueblo costero gallego; y resultó que ambos protagonistas eran personas apreciados, el homicida entre sus vecinos, y la víctima en el cercano Ferrol, donde vivía.

El chico muerto, de clase media-alta, buen estudiante y deportista, que nunca había tenido problemas legales, se introdujo en la vivienda del jubilado sin que se llegara a saber por qué, porque quienes habían estado antes con él, entre ellos una hermana, dijeron desconocerlo.

Lo que sí ocurría es que varias viviendas de personas mayores de la zona habían sufrido asaltos similares, sin que se llegara a descubrir quienes los cometían. El caso es que después esos ataque desaparecieron, al menos de momento.

El jurado justificó el homicidio por legítima defensa y miedo insuperable.

En toda Latinoamérica están dándose fenómenos crecientes de justicia popular, en la que gente común lincha a delincuentes. Una tradición indígena que se ha extendido hasta los barrios más ilustrados de Buenos Aires.

En Madrid, y tras las manifestaciones contra el sistema político, miembros de los grupos antisistema han herido con enorme violencia a numerosos policías, tratando de lincharlos.

Detenidos los agresores, los jueces los han liberado poco después con mínimos cargos.

He aquí tres formas de justicia-castigo, entre las que la de la blandura del pseudoprogresismo al interpretar la ley genera la mirada complaciente y la simpatía ciudadana hacia las otras dos.

Y si tras una campaña publicitaria como la del independentismo catalán se sometiera la pena de muerte a «democrático referéndum», como dirían Mas y Junqueras, saldría un sí por abrumadora mayoría.

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