Victor Santos Pruneda Soriano nació en Ferrol el día 1 de noviembre de 1809- ( +Teruel 15 de julio de 1882). Maestro, escritor y político. Alcalde de Teruel y diputado.
Era hijo del teniente de navío Francisco Pruneda, el cual había participado en la batalla de Trafalgar. Pronto quedó huérfano y, con sólo 12 años, abandonó su localidad natal. Tras malvivir en Lugo y Madrid, decide emigrar a América con intención de buscar fortuna. Camino de Valencia donde pensaba embarcar, al pasar por el valle del Jiloca, el azar quiso que se le ofreciese trabajo como maestro y secretario municipal en el municipio turolense de El Poyo del Cid. Estamos en 1828: Pruneda tenía 19 años.
En El Poyo del Cid se casó al poco con Teresa Martín y, dos años más tarde, nacía su hijo Pedro que, aunque fallecido tempranamente, llegó a tener cierto prestigio como escritor y periodista republicano. De Teresa, poco sabemos, Pruneda apenas alude a ella en sus Diarios.
Pronto destacó Pruneda como ardoroso liberal en la comarca del Jiloca. Ello hizo que, durante la I Guerra Carlista, interviniese en diversos choques armados. En uno de ellos, ocurrido en Lidón en 1834, como él mismo señala, “estuve a pique de ser fusilado por el cabecilla Carnicer” . Tras este incidente, que pudo serle fatal, en 1835, fijó su residencia, ya para siempre, en la ciudad de Teruel. Al poco de llegar, se enroló en la Milicia Nacional, desde donde continuó luchando contra las facciones carlistas.
Simultáneamente, Pruneda se ha ido convirtiendo en el más activo dirigente provincial del ala izquierda del Partido Progresista, tenía entonces 29 años.
Tras liderar el 23 de septiembre de 1840 la insurrección de Teruel contra la reina-gobernadora Mª Cristina de Nápoles, se hizo con el control de la capital, al frente de la Milicia Nacional, en la que tenía el rango de capitán.
Triunfante la revolución de 1840, la actuación posterior del Partido Progresista decepcionó a Pruneda, que confiaba en lograr cambios políticos más profundos. Tras dimitir como miembro de la Junta Revolucionaria, abandona el Partido Progresista, entonces en el poder, y evoluciona hacia el republicanismo.
Pruneda se presentó a las elecciones de febrero de 1841 en la provincia de Teruel al frente de la denominada Candidatura Democrática. Aunque la victoria fue para las listas gubernamentales, los jóvenes demócratas obtuvieron un 20,89 % de los sufragios.
Símbolo del republicanismo español
A partir de entonces, Pruneda se va a convertir en un auténtico símbolo de la vanguardia del naciente republicanismo español que, desde 1840, empezaba a dar signos de actividad.
Empezó a publicar en Teruel El Centinela de Aragón, cuyo primer número lleva fecha del 1 de diciembre de 1841, fue el primer periódico republicano-federal que vió la luz en Aragón. De este modo el periódico prunedista fue uno de los iniciadores en España del movimiento republicano de tendencia federalista, adelantándose en más de una década a las formulaciones que, en esta misma línea, expuso Pi y Margall.
Pruneda y El Centinela fueron permanentemente acosados por las autoridades esparteristas y pese a su perseverancia fue detenido acusado de “conspiración” y El Centinela cesó de publicarse a principios de 1843.
Acto seguido, Pruneda fue condenado en enero de 1843 a ser desterrado por 3 años a las “islas adyacentes” (sus enemigos quisieron deportarlo a Puerto Rico). Pero un golpe de azar lo evitó, antes de que se dictase la sentencia, se produjo un pronunciamiento armado que puso fin a la Regencia de Espartero. De este modo, Pruneda, como comandante de la Milicia Nacional turolense, consiguió que ésta se sumase en bloque al levantamiento antiesparterista ocurrido en Teruel el 11 de junio de 1843.
Rechazó la Orden de Isabel la Católica
Al triunfar la sublevación, Pruneda formó parte de la Junta Superior de Gobierno Popular constituida con tal motivo. Dentro de esta Junta revolucionaria, desempeñó un activo papel en la defensa de la ciudad de Teruel con motivo del bombardeo al que fue sometida la capital el 20 de junio por las tropas esparteristas. Este hecho tuvo sus consecuencias pues, posteriormente, el Gobierno concedió a nuestro republicano la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica (que rechazó).
Cuando poco después Narváez tomó el poder con mano de hierro y bayoneta calada, los republicanos, ante la nueva dictadura en ciernes, esta vez bajo el mando del Partido Moderado, fueron ilegalizados. Según algunos testimonios, el mismo Narváez, camino de Madrid, parece ser que quiso fusilar a Pruneda en Cedrillas.
Tras unos meses de clandestinidad, en septiembre de 1843, Pruneda se lanza a otro levantamiento armado, ésta vez contra el nuevo
gobierno de Narváez. Es por ello que, el 23 de septiembre de 1843, la Milicia Nacional, comandada por Pruneda, se une a la sublevación que, por aquellas fechas, ya se había extendido por toda España. Pero, sofocada la insurrección, se inició un período político conocido como la “Década Moderada” (1844-1854), el cual supuso para los republicanos, y de forma especial para Pruneda, una etapa de dura represión gubernamental. Así, el 12 de febrero de 1844, Pruneda es encarcelado nuevamente en Teruel acusado de “conspiración contra el gobierno” . En la prisión turolense permaneció por espacio de 13 meses, siendo finalmente condenado a la pena de 6 años de confinamiento en Canarias.
Pruneda permaneció en Canarias hasta que, como consecuencia de la boda de Isabel II, se concedió una amnistía a todos los condenados por delitos políticos. Tras una travesía larga y accidentada de 18 días en la que, además de un riesgo cierto de naufragio, el hijo del marino que combatió en Trafalgar, dejó constancia de sus nulas cualidades náuticas: el luchador Pruneda, se marea constantemente. Finalmente, en marzo de 1847, llegó a Teruel, en donde fue objeto de un entusiasta recibimiento por parte de sus numerosos partidarios: habían pasado 2 años y 6 días desde su triste salida camino del destierro.
Ya de regreso a Teruel pasa por numerosas pruebas económicas, políticas, amorosas (se casa con una alumna), y siempre en su línea de lucha por la libertad.
El 28 de julio de 1854 huye a Francia y tres años después, a su regreso, es detenido y desterrado a Ciudad Real.
Se tienen noticias de un nuevo destierro a Francia en 1870.
Tras la amnistía, recuperó Pruneda todos sus derechos políticos y, con ello, su condición de diputado, reincorporándose a las sesiones de las Cortes. Estas debían de elegir el nuevo rey y, ante esta situación, como es lógico, el rechazo de los diputados republicanos fue total. Parece ser que, a iniciativa del diputado Pruneda, los parlamentarios federales acordaron que, en el momento de la votación, cada uno de ellos escribiera en su papeleta “Rey ninguno, República Federal” . Y así fue. Era el 16 de noviembre de 1870, fecha en que las Cortes, pese a la oposición de la minoría republicana, eligieron a Amadeo I como rey de España.
Pruneda volvió a ser elegido diputado por Teruel en 1871, formó parte del nuevo Directorio Nacional Republicano presidido por Pi y Margall y, en este mismo año, fue elegido por tercera vez alcalde de Teruel. Su victoria fue aplastante: la candidatura prunedista obtuvo 14 concejales de los 16 que componían entonces el consistorio turolense.
I República
El 11 de febrero de 1873 fue sorprendido, como la mayor parte de los españoles, cuando una carambola parlamentaria propició la proclamación de la I República Española.
A los pocos días fue nombrado Gobernador Civil de Zaragoza. Ello le obligó a abandonar la alcaldía y la ciudad de Teruel.
Pruneda mantuvo sus convicciones políticas en estos difíciles años de la Restauración alfonsina, en que se evidenció una fragmentación, con desgarros y rupturas, de la familia republicana turolense. Así, a la altura de 1879, Pruneda figura como concejal del Ayuntamiento de Teruel y, en 1881, se alude a él como el máximo responsable del Partido Democrático Histórico Federal Puro.
Murió Pruneda el 15 de julio de 1882 como consecuencia de una neumonía aguda. Según la prensa de la época, en sus últimos instantes, “el corazón del conocido demócrata latió a 172 veces por minuto” . Nunca, como durante la trayectoria vital de Pruneda, que ahora llegaba a su fin, había latido con tanta intensidad la historia turolense del s. XIX. Hoy reposa en el cementerio de Teruel, en una tumba que comparte con Escolástica, su querida y amada segunda esposa.