Pedro Castro señalaba en sus entrevistas que había trabajado de todo, desde albañil a vendedor de libros… hasta que ser alcalde de Getafe le permitió conducir el coche que llevaba Berlusconi, un A8 que el italiano llevaba «para demostrar su poder»
Cuando perdió la alcaldía Castro, su sucesor (PP) decidió vender el coche oficial… y lo ha logrado ahora por 12.050 euros.
En España solo se vendieron durante 2012, 181 coches como este.
La España de la corrupción tiene muchas capas. Escandalizados ahora por los sobres de Bárcenas y sus cuentas Suizas, los españoles han llegado a un estado de indignación que demuestran cada vez que una encuesta les hace hablar de los políticos. Pero la corrupción no está solo en las altas capas de la política.
Pedro Castro Vázquez, quien fuera alcalde de Getafe hasta junio de 2011, no adquirió cualquier coche para pasearse por la localidad en la que era regidor. Escogió un Audi A8, el mismo vehículo que usa el ex Primer MInistro de Italia Silvio Berlusconi, y que costó a las arcas municipales 120.000 euros. Dinero público, sí, dinero malgastado también. Porque ahora se ha sabido que su sucesor ya ha logrado venderlo por 12.050 euros. El dinero perdido por los ciudadanos de Getafe salta a la vista. Algunos se preguntarán ¿para qué necesitaba un alcalde un coche de altísima gama como el Audi8. Cómo una persona que se ha ganado la vida siendo albañil o vendiendo libros llega a subirse a semejante coche y no pensar que está tirando el dinero de todos.
El exregidor de Getafe nació en Tomelloso, Ciudad Real, el 12 de febrero de 1945. Casado y con tres hijos, Pedro Castro declara en su biografía oficial que es Técnico de Organización.
Si nos atenemos a lo que declaró el mismo Castro en una entrevista al diario Público, ha sido «albañil, metalúrgico y vendedor de libros. Incluso hice la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años con la intención de estudiar Derecho».
En cualquier caso, el principal trabajo de Pedro Castro ha sido el de alcalde de Getafe, durante 18 años, tiempo en el que alcanzó cierta relevancia en el ámbito nacional al presidir la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Además, una poco afortunada intervención durante un acto como alcalde, cuando llamó «tontos de los cojones» a los votantes del Partido Popular, le procuró críticas y cierta fama.
Durante la campaña electoral, el candidato popular Juan Soler anunció que subastaría el coche oficial que había comprado Pedro Castro para moverse, un espectacular Audi A8 de 420 CV, que costó 120.000 euros. Soler ganó los comicios, pero cuando ha tenido lugar la venta del vehículo, ha sido por un escaso importe, de 12.050 euros, un dinero que se dedicará a la formación de jóvenes desempleados. Escaso consuelo.
El Audi A8 que adquirió Pedro Castro es, curiosamente, el mismo vehículo oficial que usa el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. El carismático político italiano siempre ha permanecido fiel al Audi A8, que ha ido cambiado con cada nueva versión que aparece en el mercado, y supone uno de los símbolos de su poder, según él ha señalado en varias ocasiones. O sea que el líder italiano mostraba tanto poder como el regidor de Getafe, suelto para llamar tontos a los votantes que no le depositaban su confianza, pero listo para elegir coche oficial.
¿Cuántos Audi se vendieron en España como el del señor Castro? 181. ¿No se pudo conformar Castro con comprar un Audi A1, de 19.000 o el A3, por 25.000 o el A4 por 40.000, o un A8 pero de gama más baja por 85.000. Pero no había que superar toda esta gama. El A8 más caro de 500 caballos cuesta 159.140 euros. Al menos solo se gastó 120.000.
Entre los coches más caros del mundo se encuentra el Bugatti de más de 2 millones de euros, o el Pagani de casi millón y medio, o el GTA Spano de 700.000, o el Tramontana de 690.000. O podía haber elegido un Rolls de 562.000 euros, o un Lamborgini de 337.000. Ya puestos. Esa puede ser la respuesta de nuestros políticos. Al menos nos quedamos con el A8. El puesto 29 coche dentro de los ranking más caros que se puede uno comprar.
Ahí es donde se demuestra que la falta de honestidad o moralidad tiene varias caras. Derrochar el dinero público es gravísimo, porque los impuestos con los que se pagan los excesos son de todos, de esos que sufren los recortes día a día. Castro es la muestra de que la falta de control sobre el gasto público es evidente. Como lo son los regalos a figuras relevantes de otros partidos, como Ana Mato, o viajes pagados, o cumpleaños de lujo o actos de favor.
En España, con las vacas gordas, los políticos, de gran parte de los niveles de la administración, no tuvieron reparo en vivir a lo grande. Cambiando despachos, comprando televisores millonarios, mesas de lujo… todo con el dinero de todos. Y eso, aunque no salga en los titulares día a día también es corrupción.
Como señalan Sandra Mir y Gabriel Cruz, en su libro la Casta Autonímica, los coches oficiales se han convertido en coches de representación, esos que las empresas privadas ofrecen como extras a sus directivos para que den imagen. ¿Necesita un alcalde dar imagen después de haber sido votado? A tenor de lo que se ve en las calles españolas sí. Touriño llevaba en la Xunta un coche similar al de Barack Obama, según desvela este libro, con un coste aproximado de 480.000 euros. El de Barreda estaba valorado en 377.749 euros. Así está Castilla La Mancha, recortando en urgencias. Gallardón poseía en Madrid dos coches valorados en 600.000 para pasearse por Madrid.
Audi es el preferido de nuestros políticos. Tontos no son. Bueno en Aragón preferían apoyar a la marca Opel, eso sí de alta gama. No fueran a comparar el coche con sus colegas de gremio y quedar mal. ¿Opel Corsa? Ese para los obreros. El president del Parlament de Catalunya, Ernest Benach, no conforme con su A8 decidió gastar otros 20.00 euros en una televisión, un reposapiés y una mesita para el coche. ¿Esto no es corrupción? ¿No es despilfarro? ¿No es motivo de desprecio? Sandra Mir y Gabriel Cruz desvelan en su libro, editado por Esfera de los Libros, elementos que ahora es bueno recordar, cuando a muchos se les llena la boca con defender el Estado de Bienestar. ¿Ayudaron ellos, detodos los partidos, a defenderlo cuando gastaron de esta forma el dinero público?.
Castro es ahora noticia pero no es el único. Seguía la norma de gremio. Como el alcalde de Fuenlabrada, Manuel Robles, con su Peugeot 607 (100.000 euros), Rafael Gómez, alcalde hasta 2011 en Leganés (80.976 euros en su Citroen C6). Enrique Cascallana, alcalde de Alcorcón hasta 2011, se subía a su Peugeot 606 de 60.000 euros. Son datos publicados en este libro, repetidos por los medios, y nadie ha salido aún perdiendo perdón, mucho menos desmintiendo.
Todos estos regidores eran conscientes de gobernar ciudades obreras. Poco importó. Mejor dejar claro quién manda. No son solo coches, son viajes, son sedes, son cuadros para la posteridad, son cajas B… Un coche como el de Castro ahora casi regalado, puede ser un reflejo de la debilidad de nuestra democracia, de la falta del respeto del dinero de todos, de una corrupción que pasa desapercibida, que no es percibida como tal hasta que la soga llega al cuello de los ciudadanos, como el dinero de los ERE, como las mordidas… Y hasta que no veamos esa corrupción, este país tendrá poco arreglo.