Aguirre y la cólera de Rajoy

Federico QuevedoFederico Quevedo-(el confidencial)

El Partido Popular vuelve a estar en el epicentro de la polémica, vuelve a ser el ojo de un huracán que como un tsunami se levanta sobre la ola informativa de las nuevas revelaciones sobre las cuentas en Suiza del ex tesorero Luis Bárcenas, y sobre los pagos de sobresueldos distintos dirigentes del partido por parte del mismo personaje. ¿Se acuerdan ustedes de lo que pasó en el PP entre las elecciones de marzo de 2008 y el congreso de junio de ese mismo año en Valencia? Pues bien, a lo que estamos asistiendo en toda su plenitud es a una nueva reedición de ese enfrentamiento brutal entre las dos almas del PP. Mismos actores, distintas circunstancias, pero iguales objetivos: tumbar a Mariano Rajoy.

El presidente del Gobierno tiene la virtud –o el defecto, según se mire- de no dejarse llevar por sus impulsos y tomarse las cosas con calma, meditarlas antes de tomar una decisión. Rajoy es de los que casi siempre ponen al mal tiempo buena cara y eso hace difícil saber realmente lo que está pensando. Pero eso no significa que no reaccione cuando considera que se le está planteando batalla. Y la sensación el viernes en la Dirección del PP es la de que se está volviendo a librar una batalla por el poder dentro del partido, y que en eso tiene mucho que ver las informaciones referidas a los famosos sobresueldos.

Inocentes discrepancias

Hasta ahora, las tensiones entre el Gobierno y la Dirección del PP con ese otro PP que disiente de prácticamente cada uno de los pasos que da el Ejecutivo de Rajoy se dirimían en el terreno de la discrepancia inocente sobre alguna de sus medidas. La portavoz de ese descontento casi siempre ha sido Esperanza Aguirre y últimamente, el blanco de sus dardos era el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a quien tanto ella como Ignacio González culpan de la situación financiera de la Comunidad, que les ha llevado a tener que adoptar medidas extremas como el euro por receta –que sin duda suspenderá el Constitucional- o la privatización de la gestión de determinados hospitales.

Aunque, básicamente, la crítica principal se refiere a las subidas de impuestos que el PP de Madrid rechaza, ya que consideran Aguirre y su entorno que si bien Rajoy tiene una discrepancia de fondo con una medida que ha tomado por necesidad, no puede decirse lo mismo de Montoro a quien califican como “un socialdemócrata disfrazado”, frase textual de la misma Aguirre a sus propios. La última jugada de Esperanza Aguirre, fichando por una empresa de cazatalentos, pero sin dejar la Presidencia del PP de Madrid, ha terminado por agotar la paciencia de la Dirección Nacional del Partido. “El PP de Madrid no es un cortijo”, dicen fuentes de la calle Génova.

“Es verdad que ganó un Congreso, como ella se encarga de recordar cada dos por tres, pero tiene que decidir si se quiere dedicar al sector privado o seguir en la vida pública. Lo que no puede ser es que diga que se va y luego se limite a dar un paso atrás para seguir controlando todo lo que pase en el PP de Madrid y, por lo tanto, en la Comunidad, y encima trabajando para consultora privada por haber sido quien es y seguirlo siendo”, señalan esas mismas fuentes. Nadie critica que una vez abandonados los cargos públicos que tenía se dedique al sector privado a cambio del nada despreciable salario de 200.000 euros anuales… “Lo criticable es que, pese a lo que ella dice, quiera seguir manteniendo la influencia política en el PP de Madrid y, por lo tanto, en el Gobierno de la Comunidad donde ha dejado colocado a su delfín, a ver si es que se cree que los demás somos tontos”, añaden.

Un misil contra el Gobierno y el PP

Sin embargo, lo que hasta ahora se presumía como un mero tira y afloja entre esos dos sectores del PP,  se ha convertido en casus belli, y es que en la Dirección Nacional hay una absoluta convicción de que Esperanza Aguirre o su entorno no son para nada ajenos al hecho de que el viernes el diario El Mundo publicara en portada la noticia de los sobresueldos a determinados dirigentes del partido. “Es un misil disparado con absoluta precisión en la línea de flotación del partido y del Gobierno para hacer tambalear a Rajoy y a su equipo”, señalan fuentes de Génova 13. Lo cierto es que lo sabido hasta ahora, y lo que pueda conocerse en adelante, es de una enorme gravedad, “y puede tener consecuencias tanto en el partido como en el Gobierno a corto plazo”, añaden. Si lo que se busca es desestabilizar a Rajoy, se ha tocado una tecla muy efectiva para ello.

Y muy oportuna. No es casualidad que esto haya ocurrido precisamente en unos días en los que su pupilo, Ignacio González, se ha visto en la complicada situación de tener que lidiar con un recurso ante el Constitucional puesto por el Gobierno de Rajoy contra el euro por receta, y con las noticias sobre la investigación que la policía lleva a cabo por la adquisición de su ático en Marbella y que ha sido reabierta por una jueza. De hecho, sobre esto último Esperanza Aguirre ha sido la única que ha salido a dar la cara por González, mientras que el Gobierno y el partido le han abandonado a su suerte. “Puede ser una vendetta”, dicen fuentes del PP, “pero va más allá, va contra el mismísimo Rajoy y pretende reproducir el mismo enfrentamiento que ya se produjo en 2008 y, curiosamente, el mismo periódico que sirvió entonces de escenario para la batalla, vuelve a serlo ahora de nuevo”.

Un congreso extraordinario

Rajoy es consciente de que tiene un problema en Madrid, y un problema serio: la Comunidad granero de votos, en la que el PP es un partido hegemónico desde hace veinte años, sin embargo aparece ante los ojos de los ciudadanos como un lugar para las rencillas y los enfrentamientos entre dirigentes y familias de la derecha, y encima ese espectáculo cainita se adereza con fracasos políticos como el del Madrid Arena o sospechas de comportamientos cuestionables como el del ático marbellí del presidente González o la trama de espionaje que de nuevo aflora de la mano de un testigo que ha cambiado su declaración. Madrid es hoy un dolor de cabeza para Rajoy, que ve como por ese flanco el PP sufre una auténtica sangría de votos que se dispersan entre la abstención y formaciones de dudosa procedencia.

Lejos de controlar el partido y de imponer seriedad y disciplina a los suyos, la propia Aguirre alimenta las rencillas y los desencuentros, y este es el momento en el que la Dirección Nacional del PP cree conveniente que se produzca un relevo al frente del partido. “No hay más remedio que convocar un Congreso extraordinario y pedirle a Esperanza Aguirre que decida si quiere seguir en la vida pública o en la privada, pero no en las dos a la vez, y presentar un candidato/a que sea capaz de volver a cohesionar el partido y representar una voz única que no chirríe ni con el Gobierno ni con el Partido a nivel nacional”. Porque, si de algo se está seguro en Génova 13, y con mayor convicción tras el encontronazo del euro por receta, es de que se va a evitar a toda costa que Ignacio González sea el próximo candidato para la Comunidad. Y tampoco Ana Botella conseguirá su sueño de seguir siendo alcaldesa en 2020 porque el caso Madrid Arena le ha pasado una factura definitiva.

¿Qué quiere Aguirre? ¿Porqué se va pero no se va? En Génova 13 se sigue considerando como la alternativa más probable que “aspire a la Alcaldía de Madrid si ve imposible arrebatar a Rajoy el liderazgo y la candidatura a la Presidencia del Gobierno, porque la Alcaldía sería un retiro de la política perfecto para ella, un puesto de mucha mayor envergadura y prestancia que cualquier otro de los que ha tenido, salvo la Presidencia del Senado”. Sólo una decisión clara por su parte de querer aspirar a ese cargo evitaría que Génova propusiera a otro/a candidato/a, pero eso no cambia la decisión definitiva, ya tomada por el propio Rajoy, de conducir a un relevo al frente del PP de Madrid, y no faltan nombres sobre la mesa para la sucesión de Aguirre, desde una ministra de Sanidad –contra la que también disparan las últimas revelaciones– a una delegada del Gobierno, pasando por una consejera de Educación.

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