Manuel Molares do Val-(cronicasbarbaras.es-molares@yahoo.es)
Acaban de detener a El Bola, el jefe de un clan familiar de narcotraficantes con una veintena de miembros, propietario de coches de 75.000 euros, con múltiples condenas anteriores: como toda su banda obtendrá defensa gratuita por ser pobre.
En España hay muchos narcos reincidentes como El Bola, rey de la ciudad de chabolas de la Cañada Real de Madrid, que gozan del todo gratis judicial.
Seguramente podría obtener defensa regalada Gerardo Díaz Ferrán, el expresidente de la CEOE detenido por presuntos delitos financieros multimillonarios, y al que Hacienda le devolvió en 2011 su IRPF de 2010: que no extrañe que quisiera presentarse como indigente.
El Bola y tantos otros acaban libres enseguida defendidos por esa justicia aplicada a los delincuentes definidos como de “clases necesitadas” por el seudoprogresismo necio.
Justicia gratuita también para pejigueras que obligan a emprender causas kilométricas con nimiedades que cuestan decenas de millares de euros, que pagamos usted y yo, en abogados, procuradores, oficiales de juzgado, secretarios judiciales, fiscales y jueces.
Todo, por una discusión en la calle o por una linde de centímetros en un pleito entre vecinos, en el que una de las partes aparecerá como pobre.
O por centenares de millares de causas que interfieren las importantes. Porque, ¿cómo va a negársele la defensa gratuita a menesterosos, como El Bola?
Luego, por dedicarse a esos casos, la Justicia olvida seguir a un pederasta también “pobre” que matará a otra niña.
Concepción Arenal (1820-1893) decía “Odia al delito y compadece al delincuente”, y como en España somos tan buenos gracias a ella, seguiremos viendo al malhechor como víctima.
Aunque, señora Arenal, nos parece que están tomándonos el pelo con reiteración y alevosía en su nombre, y que la justicia gratuita para esta gente es una estafa más a los contribuyentes.