Crónicas bárbaras/ Chinos

Manuel Molares do Val-(cronicasbarbaras.es-molares@yahoo.es)
La detención de Gao Ping, acusado de una enorme evasión y blanqueo de dinero ha contestado a una pregunta que se hacían los españoles: ¿Por qué en muchos restaurantes, tiendas de alimentación y de todo a cien orientales se niegan a dar recibo, sólo aceptan dinero en efectivo y rechazan las tarjetas de crédito?

Para eludir impuestos, naturalmente, algo que debería imaginarse Hacienda desde hace varias décadas, y que sólo quiso descubrir ahora: el dinero marchaba a China en sacos a través de redes como la de Gao Ping; aún quedarán algunas más.

Pero el resto de los misterios que calientan la mente de los españoles sobre los 125.000 chinos censados aquí, que quizás sean el doble, tienen fácil explicación.

Como corresponsal en China durante varios años el cronista quiere romper algunos tópicos, los más comunes, sobre esta gente.

Por ejemplo, fallecen y se entierran como los españoles. Solo que cuando creen que van a morir suelen volver a la tierra de sus antepasados, para que la familia les rece a todos en un mismo lugar.

Hay chinos vagos. No los vemos porque los emigrantes suelen ser más trabajadores y se arriesgan más que los otros.

Su sonrisa no es misteriosa. Observándolos bajo distintos impactos emocionales descubrimos su sensibilidad, que es como la de cualquier campesino occidental: sus calamidades milenarias, provocadas por el clima y la distinta fertilidad de la tierra, marcan a este pueblo de agricultores.

A muchos les gusta el juego y son presa fácil en los casinos, y muy pocos pueden beber tanto alcohol como la mayoría de los occidentales: es un problema genético.

Y sus hijos son el futuro de España si se quedan aquí: seguramente son de los pocos españoles que se esfuerzan realmente para triunfar en los estudios, en el trabajo y en la vida.

 

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