(Pedro E. Sanz Sánchez)-A veces las noticias del fallecimiento de un conocido, un familiar, un amigo…llegan e incluso “se van”. Muchas veces suele decirse “Estaba de Dios” o “Bueno …ya tenía una edad..”, pero pienso que eso no es así, la noticia sobre el fallecimiento de una persona querida, apreciada, se clava como una daga en el corazón y la respuesta es “¿Pero porque a él o a ella?”.
Este lunes ha fallecido en Vigo una persona que esté vivo o muerto nunca podré olvidar porque fue para mi un amigo y fue “mi jefe”.
Falleció en su Vigo querido Ramón Díaz del Río Jáudenes a punto de cumplir los 83 años de edad. Una persona que se hacía querer. Un amante de su tierra y de su familia, un hombre de pro y un servidor a su Galicia y a su ciudad natal, de ello soy testigo.
Tras estudiar el bachillerato con los Salesianos intentó seguir el camino de la Armada, como muchos de los que llevan su apellido, ingresó en la Escuela Naval de Marín, algún compañero de promoción me contaba que le llamaban “Tarzán” por su porte, era un deportista nato. Pero finalmente decidió dejar la carrera militar y comenzar estudios de ingeniero naval y una vez finalizados ya se dedicó al sector de la construcción naval en los astilleros de Barreras pasando posteriormente al tema pesquero.
Quizás por su dedicación a la pesca en el año 1982 el primer presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor, decide ofrecerle el ser también el primer conselleiro de Pesca, un cargo en el que tras una remodelación del gobierno gallego tiene que dejar.un año después.
Recuerdo que yo siendo jefe del gabinete de la Consellería de Industria y Comercio, con sede en A Coruña, estaba acompañando al entonces conselleiro, Ramón de Vicente. Nos encontrábamos en un acto en Silleda y sonó el móvil del conselleiro, lo convocaba en Raxoi el presidente Albor. Y hasta allí fuimos, el conselleiro a Raxoi, yo al cercano Hostal de los Reyes Católicos, en Santiago de Compostela.
“Me olí la tostada”, rara una llamada después de que “radio macuto” me informará que iba a haber cambios en la Xunta. En el Hostal se encontraba Ramón Díaz del Río, nos conocíamos, y mis primeras palabras fueron “¡Hola conselleiro!”. No se extrañó, se rió y me dijo que no sabía nada de nada pero su sonrisa, era una persona sonriente aún en los malos momentos de la reconversión naval, me confirmó que algo había.
Poco después Ramón de Vicente me confirmaba su cese, siempre se dijo que en él había intervenido un vice de la Xunta con el que no compartían algunos modos y maneras, y..poco más.
Ya , de inmediato, aparece el nombramiento en el DOG, el juramento, y..mi continuidad como jefe de gabinete. Díaz del Río fue el “mejor jefe” que he tenido en la vida, con el que se podía dialogar, incluso discrepar, pero si tenías la razón te la daba. Era un caballero de los pies a la cabeza, de los que pensaba muy bien las cosas quizás por ser un amante del ajedrez . Sin ser vasallo sino amigo. aquella frase sobre el Cid “Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor” no iba conmigo ni con él , porque él era buen Señor con mayúscula, un buen dirigente en el que imperaba su entrega a los demás dejando aparte su procedencia política.
Lo apoyé, en lo que pude, para que los afiliados de Alianza Popular de Vigo lo eligieran como presidente, y…hubiera sido un buen alcalde de la ciudad olívica, aunque a veces los perdedores …no perdonan y se convierten en rastreros.
Se mantuvo hasta las siguientes elecciones, se preocupó por los sectores de los que era responsable, la industria naval, las electrificaciones rurales, la moda gallega en la que también tuvo mucho que hablar y decir Luis Carballo el inventor de “la arruga es bella”con el que se logró echar adelante aquella magnífica publicación de “Galicia Moda” y los desfiles de Luar, que fueron llevados incluso al Gran Teatro de la Opera de París, o las participaciones en distintas ferias internacionales en Barcelona, Valladolid, Valencia, etc. Y de pronto, cuando ya se hablaba de un nuevo puesto en el gobierno gallego, Ramón Díaz del Río se va para su Vigo querido, desempeñando algún que otro puesto hasta convertirse en el gerente de la Fundación Pro Vigo.
Y desde entonces no mantuve contacto con él pero siempre le seguí el rastro de sus actividades.
Desde este otro lado de nuestra Galicia, desde Ferrol en donde Ramón deja algunos familiares y amigos, mi más sentido pésame a su viuda Beatriz y a sus hijos Ramón, Yago y Juan.
Y…”Ramón, ya sabes que cuando a mi “también me llamen” estaré contigo, a tu lado…mi amigo y mejor conselleiro”.
Aquí si que viene muy bien aquello de “Cuando un amigo se va algo se muere en el alma”.