Manuel Molares do Val-(cronicasbarbaras.es-molares@yahoo.es)
Seguramente usted no ha visto las imágenes de la agresión de unos independentistas catalanes a un padre que iba con sus dos hijos, niño y niña, hacia la concentración del 12 de octubre en la Plaza de Cataluña, de Barcelona.
Los asistentes querían proclamar su identidad catalana y española, hispanocatalanista o catalánhispanista. Son imágenes ocultadas por las principales televisiones, y ni siquiera TVE las emitió en sus informativos, cuando estaban disponibles en internet.
Acusan a TVE de estar controlada por la derecha, pero sigue el doble rasero de denunciar extremismo fascista –emitió la llegada de unos falangistas cuando la concentración hispanocatalanista se había disuelto–, callando o atenuando a la vez el de la ultraizquierda y el de los ultranacionalistas, cada día más cercanos al nazismo.
En las imágenes se ve cómo la turba persigue a un hombre alto y delgado, de unos 35 años, que tiene la fortuna de tener cerca a los mossos d’esquadra, que lo protegen.
En otro plano aparece el niño, de unos siete años, tratando de agarrarse a al padre, y la niña, de unos cuatro, con una camiseta de la Selección Española, llorando asustada y desesperada, rescatada por unos sanitarios.
Los grandes periódicos catalanes y los nacionales, como “El País”, ocultaron o escondieron la noticia, pero difundieron fotos de un independentista sangrando por una pequeña brecha en la cabeza, víctima de los mossos d’escuadra: era uno de los agresores del padre de los niños.
La bandera española que llevaban quedó tirada en la calle, y alguien la arrojó después a un cubo de la basura.
El nazismo empieza así: primero le pega a los judíos aislados, a poder ser con sus hijos delante, después va a por todos.