«Estamos a las vísperas de la celebración del Día del Carmen. Un día especialmente festejado en nuestra Iglesia diocesana, tan vinculada al mar y a las gentes del mar. Como la Iglesia de los inicios, también nuestra Iglesia es “pescadora”. Sin duda que muchos hemos podido participar y emocionarnos en algunas de las tradiciones que durante estos días se repiten: procesiones marítimas, salve marinera, homenaje a los que han perdido la vida en el mar, novenas, celebraciones eucarísticas… Bajo la advocación de la Virgen del Carmen muchos hermanos nuestros viven y sostienen su fe»
«La Virgen del Carmen es especialmente querida y festejada por nuestro pueblo. Bajo su protección, a lo largo de los siglos, muchas gentes del mar y sus cofradías han puesto su trabajo, su viaje, su familia, su fragilidad. En Cariño, en Cedeira, en Celeiro, en Foz, en Burela, en O Vicedo… ¡Cuántas miradas cómplices a la Virgen que preside nuestros puertos, las embarcaciones, los espacios más cercanos e íntimos!»
«La celebración del Día del Carmen nos invita a volver a mirar a María. Ella es estrella de los mares. María, como aurora del sol, nos lleva siempre a Cristo. Mirar a María es dirigir nuestra mirada a Jesucristo, el único salvador. Su palabra ante nuestras dudas, súplicas y miedos, es siempre la misma: “Haced lo que él os diga”. Es él, Jesucristo, el único que nos abre caminos, asienta nuestra existencia, consolida nuestro vivir»
«Pero la celebración del Carmen nos ayuda también a mirar al mar y a las gentes que viven de él. Contemplando las diferentes realidades que confluyen en este contexto, quizás haya una palabra que las une y las caracteriza: “Inseguridad”.
«El mar es un medio un tanto inseguro. Aunque evidentemente los progresos técnicos han avanzado mucho y han dotado de medios para garantizar la seguridad, siempre se visibiliza como un contexto incierto. Así lo expresan los accidentes periódicos que causan tantas vidas humanas, tantas tragedias que hoy recordamos. Así lo viven especialmente los emigrantes que surcan los mares en búsqueda de un lugar donde poder vivir y que, en tantas ocasiones, encuentran la muerte en el mar, convertido en un gran cementerio, ante el silencio y la inacción de nuestra sociedad»
«Pero también es inseguro en lo que se refiere al futuro del sector. Así lo demuestran las dificultades que hoy se tienen para cubrir los empleos necesarios para llevar adelante las tareas. No hay relevo en muchas familias y empresas. Los jóvenes, en su mayoría, huyen de este trabajo que supone, no sólo un sacrificio físico, sino mucho más emocional, mental, social… La emigración ha encontrado aquí un nicho de empleabilidad donde la población autóctona rechaza por las prácticas laborales severas. La ausencia de políticas activas de empleo en este campo son evidentes»
«Además, es inseguro también por lo que está significando un dominio desmesurado de la industria y del sector financiero en la pesca, especialmente de altura. No es bueno que el endiosamiento del dinero marque sus políticas por encima de las personas y del medio ambiente. Es preciso respetar los ritmos biológicos, evitando que los caladeros queden sobreexplotados, lo que supone una injusticia para las generaciones futuras. No es bueno que un sector esté fuertemente subvencionado, lo que impide una viabilidad a largo plazo»
«En esta situación, celebrar el Día del Carmen, la fiesta de las gentes del mar, es agradecer la tarea que desarrollan para nuestro bienestar. Además de la pesca de cada día, el 90% del comercio mundial se produce en el mar. Es un día, pues, para darles las GRACIAS por su labor, por su vida, por su esfuerzo, por su vocación, por sus sacrificios, por gestionar y afrontar la inseguridad… Es mucho lo que nos dan. Por eso, también merecen más»
Fernando García Cadiñanos
Obispo de Mondoñedo-Ferrol