43 años sin corrupción en Ferrol

Enrique Barrera Beitia

En 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales tras la muerte de Franco, y no tengo constancia de que algún concejal o concejala haya cometido en estos cuarenta y tres años acto alguno de corrupción en Ferrol. Naturalmente, los ha habido mejores o peores en la gestión de sus competencias, pero nadie entró en el concello para enriquecerse fraudulentamente, y si esa fue la intención de alguien, no lo consiguió. También creo que esto lo podríamos extender a los otros cuatro concellos de la ría de Ferrol y a la mayor parte del territorio español.

Digo esto último porque en el verano suelo visitar a mi familia en Teruel, y paso unos días de relax en la sierra de Albarracín, un hermoso territorio de unos 1.400 kms cuadrados que reparte sus algo más de 4.000 habitantes en veinticinco pueblos gestionados por unos ciento cincuenta concejales (el cálculo es
aproximado), y les puedo asegurar que ninguno de ellos cobra un sueldo, ni siquiera los alcaldes.

Supongo que pasa lo mismo en los demás pueblos pequeños de España, que aportan la mayoría de concejales, que deben constituir alrededor del 90% de los políticos españoles. Para todos ellos tengo que reivindicar un mensaje positivo: lo harán mejor o peor, con sus ideas, pasiones, flaquezas y fortalezas, pero entran en las corporaciones municipales animados por el deseo de ser útiles a su comunidad.

Escribo este artículo porque yo también he sido concejal en Ferrol y por lo tanto político, y me irrita escuchar lo de “todos los políticos son iguales” y “todos los políticos van a robar”. Me irrita porque no sólo es falso, sino porque repetirlo constantemente desincentiva la entrada en la política a personas que no quieren tener que estar explicando una y otra vez, que aunque sean políticos no son ladrones. Esta distancia entre el español y sus gobernantes viene de muy lejos, y ya en el poema del Mio Cid, el primero conocido en lengua castellana, se refieren así al protagonista:

                                                             – ¡Dios, que buen vasallo si hubiese buen señor¡

Es decir, el problema está en el que manda y no en el que obedece, pero ocurre que siendo esto cierto, el que obedece en democracia es el que elige al que manda, y los españoles no pueden ser tan negados como para equivocarse una y otra vez, y de hecho no lo son. Es verdad que en Democracia la honestidad se da por sentada salvo que se demuestre lo contrario, y por ello no debe ser noticia, pero tampoco debe ser ocultada ni negada.

Puede que alguien me replique diciendo que aunque no roben, se asignan unos ingresos elevados. Si es así, es recomendable saber exactamente lo que cada uno cobra consultando los obligados portales de transparencia en las webs de cada concello. Ya les adelanto que me parecen exagerados los sueldos de
determinados alcaldes, y no me refiero sólo a Madrid y Barcelona, pero desde luego no lo que cobran los de Ferrol. Si no me creen hagan la prueba.

 

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