Enrique Barrera Beitia
En España se tiende a confundir las “cloacas del estado” con el “fondo de reptiles”, seguramente porque ni hemos llegado a imaginar ni tenemos pruebas de que exista en estos momentos un Estado Profundo, es decir, un “gobierno clandestino” que opera en paralelo al oficial, con recursos para conspirar a favor o en contra de los grupos que aspiran a gobernar. Sin embargo, es evidente que ciertas agencias estatales y grupos de funcionarios han actuado con fines espúrios en nuestro país.
Tras morir Emilio Alonso Manglano, director entre 1981 y 1995 del CESID (actual CNI), la familia entregó sus diarios a dos periodistas para dar forma a sus Memorias. Yo compré el libro en noviembre de 2021, y tras su lectura llegué a la conclusión de que hay una enorme capacidad de espiar de manera discrecional, y también de ejecutar operaciones que maridaban peligrosamente con la defensa del Interés del Estado; me refiero a como el CESID tapó las aventuras amorosas del rey emérito y sus apetencias económicas. Por lo tanto, la pregunta del poeta romano Juvenal sobre “quién vigila al vigilante”, deberíareformularse en “cómo se vigila al vigilante”.
También hemos conocido como entre 2015 y 2019, el Ministerio del Interior utilizó personal y recursos del estado para vigilar a un partido legal como era Podemos, y fabricar pruebas falsas como la financiación por parte de Venezuela o el robo de móviles, para desacreditarle. Este escándalo conocido como Caso Kitchen se ha investigado, y puede ocurrir que terminen en la cárcel el ex-ministro Jorge Fernández Díaz y varios integrantes de la cúpula de seguridad del estado. Recordemos que aunque Podemos irrumpió en la vida política con unas formas ciertamente mejorables, nada puede justificar un contubernio que derivó en once causas judiciales que se han ido cerrando una tras otra, no sin antes haber sido ampliamente usadas en los medios informativos, con el lógico desgaste de unos dirigentes.
Es muy probable que dado el sesgo ideológico que todos tenemos, estas prácticas nos merezcan un fuerte reproche salvo cuando se aplican a “los otros”. Ocurre con los casos de corrupción y no tiene por qué no ocurrir con las cloacas del estado, porque en el caso de España, se da además la circunstancia de que se recurrió al soborno para facilitar la Transición hacia la Democracia. Está publicado en múltiples libros de historia y de memorias, cómo se compró a los procuradores de las cortes franquistas para que votaran a favor de disolverlas. Este harakiri se consideró el paso clave en la hoja de ruta del gobierno presidido por Adolfo Suarez, es decir, la corrupción fue una vía legítima e institucionalizada para traer la democracia liberal, y así las cosas… ¿por qué no pensar que es igualmente legítima para mantenerla? A fin de cuentas, si las cloacas no crean la inmundicia sino que le dan salida… ¿me van entendiendo?