Todos fueron buenos alcaldes, pero…

Enrique Barrera Beitia

En el centro cultural de Canido se ha celebrado un acto público, para que los ex-alcaldes Manuel Couce Pereiro (PSOE), Xaime Bello Costa (BNG), Juan Juncal Rodríguez (PP) y Vicente Irisarri Castro (PSOE) opinasen sobre Ferrol. Fueron los alcaldes que gobernaron la ciudad entre 1991 y 2015, faltando en la mesa redonda Juan Blanco Rouco (PP), lamentablemente fallecido. Creo con sinceridad que todos ellos, cada uno a su manera, fueron buenos alcaldes a los que penalizó la persistencia de los votantes ferrolanos en cambiar el color político de la alcaldía cada cuatro años. Fijeron muchas cosas, pero todos coincidieron en señalar que les faltó otro mandato para ejecutar sus proyectos, y no mienten, porque cuatro años son insuficientes.

La consecuencia es que los nuevos alcaldes se encuentran con proyectos ajenos que tiene que terminar, retocar o rebajar, para poder empezar cuanto antes con los suyos propios. Sin embargo, también coincidieron en señalar la falta de suelo industrial imprescindible para diversificar la economía ferrolana, y no se entiende por qué no hubo continuidad y consenso en habilitarlos en San Pedro de Leixa y Mandiá.

La otra gran crítica que cabe hacer es la tardanza en formalizar el Convenio con Defensa, sobre el que hay una propuesta de la izquierda y otra de la derecha. Mi opinión personal al margen del sesgo ideológico, es que ambas propuestas, son buenas para la ciudad; el problema está en que el BNG rechaza ambas, con la cual ninguna de los dos tiene los votos garantizados para su aprobación.

Un auténtico nudo gordiano que el actual alcalde, el socialista Ángel Mato Escalona, ha decidido cortar de una manera harto singular, pues es probable que pocos días después de publicar este artículo en Galicia Ártabra, presente para su aprobación en el pleno municipal…¡la propuesta del Partido Popular! Puede que semejante iniciativa provoque malestar en algunos sectores de la izquierda, pero no cabe duda de que es un ejemplo donde se antepone el ferrolanismo al partidismo, virtud de la que no andamos muy sobrados en esta ciudad de excesos, donde todos saben de todo, y el que no lo sabe todo, lo compensa con un
patriotismo que sitúa en la traición al que no le acompaña, aunque todo ello guardando las formas mucho más por educación, que por considerar que bromas con algunos, las justas. A fin de cuentas, en Ferrol nos conocemos todos.

Porque nada más lejos de la verdad que afirmar que la ciudad no ha cambiado en los últimos años. Claro que ha cambiado, aunque a un ritmo menor que el deseado. Parece que somos como un club de futbol, que en vez de ganar torneos prefiere perderlos y echar la culpa a los arbitrajes, para seguir alimentando el
victimísmo. Tenemos que valorarnos más y dejar de lanzar quejas al exterior.

 

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