La guerra nos afecta

Enrique Barrera Beitia

Los artículos que más se leen en Galicia Ártabra son los dedicados a nuestra ciudad, pero acontecimientos que tienen lugar a miles de kilómetros nos afectan más que algunas decisiones que puedan tomarse en Madrid o Santiago. Al margen de consideraciones morales, la guerra de Ucrania reduce notoriamente la
recuperación de la economía europea, razón por la que a todos nos convendría terminarla, aunque sólo fuera por puro egoísmo.

En las guerras, la información está severamente censurada, y a fecha de hoy desconocemos el número de muertos entre las tropas y la población civil. Esta desinformación, que se extiende a las razones por las que la guerra ha estallado, y la tendencia a confundir los deseos con la realidad, explican barbaridades
tales como que según una encuesta de la Sexta, un 52% de españoles sea partidario de que nuestras tropas entren en combate contra Rusia.

Por el contrario, sí sabemos que la economía ucraniana se contrajo un 35 % y es ahora un país devastado y dislocado por 14 millones de desplazados (la cuarta parte de su población), y que su recuperación tras la paz, requerirá inversiones valoradas en 350.000 millones de dólares, equivalentes al 150% de su PIB
anterior a la guerra. Una situación que nada tiene que ver con la de Rusia, cuyo PIB ha caído sólo un 3%, y donde se mantiene tanto el valor del rublo como el nivel de empleo; de hecho, la mayoría de los rusos viven como si no hubiera guerra, y su mayor molestia es un aumento de la inflación del 6% y una relativa
ausencia de ciertos productos de importación no básicos.

En algunos blogs de ciudadanos rusos la información es más atrevida que en los medios oficiales, y encontramos material para leer entre líneas, aunque la traducción al ruso usando Translate sea algo confusa. Dentro del océano de rumores, no cabe duda que en los dos últimos meses Rusia tiene la iniciativa, aunque se trata de ofensivas puramente tácticas que no auguran una resolución militar a corto plazo. Es una forma de hacer la guerra en la que parecen sentirse cómodos, pues aunque la ganancia territorial es lenta, el desgaste propio es menor que el ucraniano. La duda está en saber si el anuncio de la OTAN de transferir a las Fuerzas Armadas de Ucrania (APU) equipos pesados, inclinará a Rusia a lanzar una ofensiva estratégica en el Dombas en el presente mes. No es totalmente seguro que esto ocurra, porque hay armas en el arsenal ruso que aún no se han usado, y otras que pueden ser usadas en mucha mayor medida, como las bombas termobáricas.

En cualquier caso, sabemos que hay dos líneas rojas para el Kremlin: la anexión de territorios y que la OTAN no se instale en Ucrania. La ayuda suministrada a este país le ha mantenido en lucha, y debería permitirle sentarse en la mesa de negociaciones con ciertas bazas, pero desde Kiev se ha insistido en que luchan para ganar la guerra y expulsar a los rusos de todos los territorios ocupados, incluyendo Crimea.

Son palabras mayores, y ya hay movimiento entre sus aliados para que rebajen estas expectativas, y es que la solidaridad tiene unos límites a los que las sociedades europeas se están acercando. Llegado el caso, ya se construirá un relato que permita salvar los muebles.

 

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