Julia M.ª Dopico Vale
La “sensogenómica” es la disciplina de la genética que busca luchar contra la enfermedad a través de elementos sensoriales; una línea de investigación emergente que surge en la comunidad científica internacional por el interés en terapias no farmacológicas y que en 2017 aparece en el contexto del Instituto de Investigación Sanitaria (IDIS) de Santiago de Compostela que se suma así a la apuesta europea por estas líneas de estudio.
Ya en los albores de la humanidad a la música se le atribuían poderes curativos y en la Antigüedad clásica pensadores como Platón y Aristóteles inciden en su influencia en la configuración del carácter, pudiendo por tanto dirigir las acciones humanas. A cada ordenamiento sonoro se le atribuye un temperamento característico: el modo dórico se relacionaba con el equilibrio apolíneo mientras que el frigio se consideraba extravagante y sensual, propio del culto a Dionisos.
Teorías que adopta el medievo espiritual y que derivan incluso en principios expuestos por la musicoterapia actual que postula los efectos tranquilizantes de la música o los estimulantes, capaces de aumentar la energía corporal. ¿Existe una respuesta fisiológica en esta estimulación?, ¿se podría planificar para producir los efectos deseados? Quizás la música pudiese ayudar a mitigar el dolor que producen algunas enfermedades o a controlar el deterioro cognitivo de otras.
Desde el IDIS se está llevando a cabo una investigación que tendrá su punto álgido con el concierto Sensogenoma22 en el que la música de la Real Filharmonía de Galicia y la ciencia se darán la mano para estudiar este potencial terapéutico.
El evento será el próximo día 30 y entre los que lo soliciten se llevará a cabo una recogida de muestras biológicas (saliva o sangre) antes y después del mismo para poder evaluar el impacto de la música en la expresión de nuestros genes; su huella en nuestro ADN.