Fernado Cadiñanos camina al lado de los trabajadores

No tengas ningún miedo,

ni te tiemblen las manos.

Yavé, tu Dios, está en medio de ti como un héroe que salva…

Ahora me enfrento con todos tus opresores;

ese día, salvaré a la oveja coja y llevaré al corral a la perdida…

 Los traeré a este lugar y los reuniré…»

Sofonías (3,14-20).

 

José Carlos Enríque Díaz

«Ni todo vale, ni todo cuenta, ni todo suma. En efecto, no cualquier trabajo vale, ni cuenta ni suma. No cualquier trabajo puede ser considerado ni digno de las personas ni decente a su condición. Hoy, la concatenación de crisis que estamos viviendo ahonda y profundiza terrible y dramáticamente la precarización en el empleo».

Según Fernando García Cadiñanos, «es preciso volver a descubrir y profundizar en la verdad de la propia economía, que no es otra que el servicio a la persona y a su dignidad. Por ello, los sistemas de producción, y el sistema económico que lo sostiene, han de velar por la dignidad del trabajo. Frente al economicismo imperante y la libertad absoluta del mercado es preciso reivindicar la centralidad de la persona».

Hace unos meses el obispo de Mondoñedo-Ferrol afirmaba: “en un encuentro con algunas personas que me relataban las dificultades que estaban teniendo para el acceso a un empleo digno. Entre sus historias afloraban los problemas para conciliar la vida familiar, especialmente el cuidado de los más pequeños, con su jornada laboral. También me narraban historias concretas de explotación laboral, en ámbitos diversos, pero especialmente empleadas domésticas, donde realizaban trabajos sin contrato, o con un mayor número de horas del que figuraba, o sin derechos a algunas prestaciones. También se quejaban de que las subidas de los precios hacían que no llegaran a final de mes, incluso teniendo un contrato legal. Y los jóvenes me presentaban un futuro incierto a pesar de su formación, del encadenamiento de muchos contratos que les condenaban a no poder afrontar planteamientos estables de futuro, como crear una familia o tener hijos.

Trabajo decente Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para todos, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres. 

Ya dijo Benedicto XVI en  Caritas in veritate que la cuestión social se había convertido en una cuestión antropológica en el sentido de que… se va abriendo paso una mens eutanasica, manifestación no menos abusiva del dominio sobre la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida. Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana. A su vez, estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana… Mientras los pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una conciencia incapaz de reconocer lo humano. Dios revela el hombre al hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la Razón creadora, indica la grandeza del hombre, pero también su miseria, cuando desconoce el reclamo de la verdad moral. (Caritas in veritate (CV) 75)

La mens eutanásica a que se refiere Benedicto XVI, no está refiriéndose solo al hecho de provocar la muerte en situaciones de enfermedad terminal, sino a la conciencia de que no todos tenemos la misma dignidad, y por tanto carecemos de los mismos derechos, lo que permite y justifica su eliminación.

La aparición de la pandemia ha venido a ahondar en las profundas brechas que ya estaban presentes en sociedades puestas permanentemente en crisis, causando una disrupción global con devastadores efectos en el empleo, en las condiciones de vida y en los servicios públicos, con lo que la aspiración a un trabajo en condiciones, a la altura de la dignidad del ser humano, cobra una dramática actualidad.

La precariedad laboral está también íntimamente relacionada con fenómenos que caracterizan a nuestro país, como la tardía edad de emancipación de la juventud,  el retraso o aplazamiento de la decisión de formar una familia o las dificultades para conciliar la vida laboral con la vida familiar. 8 de cada 10 jóvenes de entre 16 y 29 años no pueden independizarse en España debido al elevado precio de la vivienda y a los bajos salarios que perciben. Hablamos de 5 millones y medio de jóvenes con grandes dificultades para vivir por su cuenta en un país en el que solo en 2021 la venta de casas creció un 34 por ciento.

La edad media para empezar a vivir por su cuenta roza aquí los 30 años de media frente a los 26 de media en la Unión Europea.

Por otra parte,”Los estudiantes de clase trabajadora ven que no se colocan en el mercado laboral con la misma facilidad que los de clases alta”, apunta el sociólogo Carlos Javier Gil, investigador en el departamento de Ciencias Políticas y sociales del Instituto Universitario Europeo de Florencia.

Para no condenar a los jóvenes a la precariedad laboral permanente, ya sea en forma de desempleo o de empleo precario, necesitamos cambiar de raíz las políticas para orientar de otra manera la economía. Para orientarla, no como ocurre ahora, desde el casi exclusivo criterio de la rentabilidad y el lucro, sino desde buscar responder a las verdaderas necesidades sociales. Entonces, sí, el trabajo podrá comenzar a ocupar el lugar que en justicia le corresponde. Ese cambio de orientación es el que haría posible tomarnos realmente en serio cosas como las siguientes: acabar con contradicciones tan sangrantes como el enorme desempleo juvenil mientras se impone el retraso forzoso de la edad de jubilación en lugar de adelantarla; caminar hacia políticas de ingresos básicos garantizados para todas las personas y familias

Finalizo con las palabras de Fernando Cadiñanos: “Frente al economicismo imperante y la libertad absoluta del mercado es preciso reivindicar la centralidad de la persona. Igualmente, la política, en sus diferentes niveles, ha de promover un trabajo para todos que genere un ambiente social constructivo. Este es el objetivo de la política buena, de la “mejor política”, que sabe construir el bien común sobre el cimiento de la persona  En esta tarea se encuentra la Doctrina Social de la Iglesia, que tendría que ser más conocida, reflexionada, predicada y practicada. Desde la clave de la levadura y del grano de mostaza, estoy seguro que este mensaje puede ser percibido hoy como una gran esperanza para todo el mundo del trabajo y sus actores.  ”

Las palabras de Fernando Cadiñanos me recuerdan las del profeta Sofonías es que pone a los pobres de la tierra como base de la nueva comunidad del futuro. Se trata de ese «pueblo humilde y pobre, que busca refugio sólo en Dios» (3, 12). Sofonías la fundamenta en el «pueblo humilde y pobre». Estaban cansados y decepcionados de esperar un futuro mejor a base de depositar su confianza en nuevas autoridades responsables; Sofonías les dice que ése no es el camino: la esperanza hay que apoyarla en la gente sencilla y honrada del pueblo, en ésos que no tienen nada que perder y por ello ponen su confianza sólo en Dios.

«Contigo está Yavé, rey de Israel… No tengas ningún miedo, ni te tiemblen las manos. Yavé, tu Dios, está en medio de ti como un héroe que salva… Ahora me enfrento con todos tus opresores; ese día, salvaré a la oveja coja y llevaré al corral a la perdida… Los traeré a este lugar y los reuniré...» Sofonías (3,14-20).

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