José Perales Garat
Imagino yo que parte de los miles de peregrinos que recorren el Camino Inglés pararán en las terrazas del Cantón a reponerse de los primeros metros de la ruta, y lo imagino porque en más de una ocasión he notado que los acentos que provienen de las mesas vecinas son de bastante más allá de Ancos. Creo quees una suerte que en esos primeros pasos esté Samu Curbeira al frente del Ankha, con la inestimable ayuda de Paula y del resto del equipo. Y cuando digo que es una suerte, me refiero a que es una suerte para ellos, para Ferrol y también para Samu, que imagino pondrá la maquina de tortillas a toda marcha para iniciar ese asombro culinario que ya nunca abandona a los que caminan por nuestra milenaria ruta.
En las redes sociales, los peregrinos manifiestan siempre su asombro ante el patrimonio de Ferrol, ante el abigarrado urbanismo de Puentedeume y ante la grandiosidad de Betanzos, y lo demuestran colgando fotos de todos los atractivos que se van encontrando por esos caminos y carreteras que no llegan a Roma, por más que lo diga ese falso refrán tantas veces mal interpretado: Todos los caminos no llevan a Roma, algunos llevan a Santiago, otros a ninguna parte y algunos llevan directamente al Ankha. Como aficionado a la ruta tengo forzosamente que manifestar que la tortilla de patatas ocupa un lugar privilegiado entre todas las fotos del Camino Inglés.
Mi cuñado Juan era un asiduo visitante del Ankha cuando vivía en Ferrol, y la explicación más plausible que encuentro de este comportamiento es que es hincha del Atlético, con todo lo que eso conlleva:
– ¿Y tú de quién eres, del Madrí o del Barsa?
– No, yo soy del Aleti.
Y estoy seguro de que eso imprime carácter de verdad, y que alguien que ha pasado su niñez, su adolescencia y su vida adulta contestando con una respuesta alternativa a las grandes dicotomías de la existencia humana, puede decidir que la tortilla del Ankha es mejor que la de Zahara o la del Canario sin temor a que se le retire el saludo, caiga en la ignominia o sea excluido de los principales círculos sociales de la ciudad. Porque Ferrol, dicen, es una ciudad polarizada, y algunos hemos asistido a dialécticas interminables acerca de si el bocata de tortilla del Canario es mejor que el de Zahara en las que no llegamos a tomar un partido claro, puesto que cada uno tiene sus virtudes y, sobre todo, porque en Ferrol hay muchas tortillas meritorias, como esta que os digo del maestro Curbeira.
¿Y él que opina de todo esto? Pues a tenor de sus manifestaciones, lo que realmente le importa es que no siga pidiéndole bocadillos de lomo, bacon y queso, que la gente ignore que sus croquetas admiten ser comparadas con cualquiera, que tiene el mejor pan, que sus mini-cachopos crean adición, que sus tartas de queso y chocolate te dan combustible hasta Neda o que el cielo caiga su cabeza, quién sabe.
Porque en realidad, casi nadie sabe nada de nada, y hay cosas que es mejor ni discutir: ¿Qué tú no crees que el bocata de tortilla del Ankha merece cuidar tu alimentación para, de vez en cuando, permitirte el lujo de disfrutarlo sin miedo a perder la salud?.
Pues tú mismo, pero a mí me sigue encantando dejarme caer por allí, siempre tarde, siempre en el peor momento, siempre cuando están liados, y compartir con ellos el rato mientras preparan esa pequeña joya que es una buena tortilla con el huevo poco cuajado, de las que te manchas sí o sí, y ante la que renuncias a Satanás, a todas sus obras, y a no mancharte las comisuras de los labios ante ese primer mordisco explosivo en el que se traduce, con una magistral simpleza y sencillez, lo que significan las cosas bien hechas.