Pedro Sande García
Tierra de fraternidad son tres palabras que se repiten, con insistencia, en esa maravillosa canción Grandola, Vila Morena compuesta por el artista portugués José Afonso y que se convirtió en uno de los símbolos de la revolución de los claveles que instauró la libertad en Portugal al derrocar la dictadura salazarista.
Pero es de Cuba de quien quiero hablar y para empezar, permítanme que comience con una breve cronología de la historia de un país sobre el que siento un especial afecto.
1492 – 1898: colonización española
1898 – 1902: gobierno militar impuesto por los Estados Unidos
1902: independencia de Cuba
1902 – 1956: Período convulso y corrupto caracterizado por los golpes de estado y
la dependencia de los Estados Unidos.
1956 – 1959: Revolución Cubana
1959- actualidad: gobierno de la junta militar
Como podrán ver ustedes son difíciles de encontrar, casi imposible, los períodos en
los que los cubanos han sido dueños de su destino. Pudiera parecer que en la etapa
comprendida entre 1902 y 1956 el pueblo cubano disfrutó de un mínimo de libertad, la
realidad y la historia nos dicen otra cosa de estos convulsos años caracterizados por dos figuras dominantes: los Estados Unidos que, de manera directa, con la ocupación del país entre 1906 y 1909, o de manera indirecta, sometió al estado cubano convirtiéndolo en una marioneta al servicio de sus intereses. La segunda figura es la de Fulgencio Batista, personaje que lideró dos golpes de estado en los años 1933 y 1952. Fue en esta última ocasión cuando llevó al régimen a su máximo nivel de autocracia caracterizado por la corrupción, con sus negocios con la mafia y las multinacionales estadounidenses, y por la represión que costó la vida a cerca de 20.000 personas. La falta de libertad, la represión y la miseria a la que condujo al país provocó que el pueblo cubano, tanto la clase trabajadora como los estudiantes, se manifestasen en numerosas ocasiones. Entre 1956 y 1958 el Movimiento 26 de julio, encabezado por Fidel Castro, lideró la resistencia contra la represión y fue en 1959 cuando Fulgencio Batista huyó del país y con el triunfo de la revolución se instauró el nuevo régimen socialista. La revolución cubana tuvo una característica común a otras revoluciones, priorizar la revolución por encima de la libertad.
Y en la actualidad, cuando la última parte de la historia aún no ha terminado, los cubanos siguen sin la libertad que la agitada historia de su país les ha negado. A la falta de libertad del período actual hay que añadirle el inútil e irracional embargo impuesto desde 1960 por los Estados Unidos. 61 años de bloqueo, un caso extraordinario en la historia por su larga duración, que lo único que ha conseguido es que los cubanos hayan tenido que vivir en un continuo estado de precariedad a lo largo de seis décadas. El fracaso de la política norteamericana, que empujó al régimen cubano a abrazarse a la dictadura soviética, se apoya en el incomprensible apoyo de algunos cubanos exiliados en Florida que son indiferentes al sufrimiento generado hacia sus compatriotas.
Si quisiéramos encontrar algún motivo a la historia del país, quizás el principal
elemento que haya marcado la historia de Cuba es su situación geográfica. Los límites del archipiélago son: al Norte, el estrecho de Florida, que separa Cuba de los Estados Unidos por 180 km, y los canales de San Nicolás y Viejo de Bahamas, que lo separan de la Comunidad de las Bahamas por 21 km; al Este, el paso de los Vientos que lo separa de la República de Haití por 77 km; al Sur, el mar Caribe y el estrecho de Colón que lo separa de Jamaica por 140 km y al Oeste, el estrecho de Yucatán, que lo separa de México por 210 km. Sin duda, son los 180 km que separan Cuba de los Estados Unidos el elemento fundamental que ha marcado la historia del país desde el año 1898.
Si Estados Unidos, junto a la antigua URSS, han sido los dos países que más han
influido en la reciente historia de Cuba ¿cuál ha sido postura de los países occidentales
con el actual régimen cubano?, como no podía ser de otra manera «cinismo» es la mejor palabra para definir dicho comportamiento. Ese cinismo de muchos estados que condenan la dictadura cubana a la vez que abrazan a los tiranos que rigen en otros
lugares del mundo. Y no seré yo el que intente hacer una clasificación de las dictaduras por su maldad, sería absurdo. Las dictaduras, todas, y en España hemos tenido un duro ejemplo, son atroces. Como patrón de este cínico comportamiento les citaré uno cercano, el de un ex presidente del gobierno de España que sobre el régimen cubano dijo: Los dictadores han convertido a Cuba en la mayor prisión del mundo, dicho presidente al mismo tiempo que decía esas palabras visitaba y estrechaba la mano de Muamar el Gadafi, un sátrapa y cruel dictador que durante 42 años gobernó Libia con mano de hierro.
Visité Cuba en los años 1991 y 1996, en ambas ocasiones me moví por la isla y por
el archipiélago con total libertad y tuve la suerte de disfrutar de una país con una riqueza natural extraordinaria pero sobre todo con la grata compañía, el buen trato y la enriquecedora conversación que tuve con todos los cubanos que, de manera espontánea, conocí a lo largo de los pueblos y ciudades que visite. Recuerdo los paseos por el malecón de la Habana, los cielos estrellados en la isla de la Juventud o las noches en Santiago de Cuba ante unas botellas de ron y en compañía de los músicos interpretando el Son Cubano. Los cubanos son grandes conversadores, les gusta hablar de la vida, de sus pensamientos, de lo que ocurre en el mundo y por supuesto, de política. Los cubanos son sosegados, conversan con pausa y son abiertos, algunos nos expresaron sus deseos de irse a vivir al gringo, como ellos denominan a sus vecinos norteamericanos, a disfrutar de la libertad que en la isla no tienen, otros, quieren irse para disfrutar de un buen carro y también hay quien quiere quedarse, sin bloqueo, unos con libertad y otros defendiendo la revolución.
Un recuerdo que siempre permanecerá conmigo es la dignidad, tanto interna como externa, del pueblo cubano. Una dignidad que emana de sus palabras y de su
forma de comportarse. De todo los que les acabo de contar, de mí corta experiencia con el pueblo cubano, no piensen que pretenda generalizar a partir de una anécdota o de una vivencia personal, sería estúpido por mi parte. Lo importante de esos días fue la huella que se grabó para siempre en mis recuerdos, una huella de cariño y afecto que se agrandó cuando los cubanos con los que platiqué mostraron su sorpresa y alegría al descubrir que yo era un «gallego» de verdad. Una vivencia que siempre mantendrá mi esperanza de que algún día el pueblo cubano pueda alcanzar la plena libertad sin ningún tipo de sometimiento, ni interior ni exterior.
No es la postura actual de los países occidentales la que más me preocupa, es la
postura de esos países, junto a la de los Estados Unidos y Rusia, ante el futuro de Cuba y la forma en como se debe afrontar dicho futuro. Si a esa postura añadimos los peligros, internos y externos, que puedan surgir del enfrentamiento entre los que buscan la reconciliación y los que buscan el revanchismo, todo ello puede hacer fracasar cualquier intento pacífico para que Cuba se dirija hacia un futuro de plena libertad y de justicia social. Libertad y justicia social deben de ir de la mano, dado el ejemplo de otros países de Latinoamérica donde hablar de plena libertad es difícil cuando la brecha de la justicia social se agranda debido a la tendencia autocrática de sus gobiernos y a la corrupción generalizada.
Termino regresando al inicio de esta crónica, a la letra de Grandola, Vila Morena,
una letra que habla de libertad, de igualdad y de la soberanía del pueblo. Desde aquí todo mi apoyo a los cubanos que buscan, en paz y sin revanchismos, un país donde la libertad y la justicia sea lo que rija sus destinos.
Y a todos ustedes, cuídense.