Julia Mª Dopico Vale
Mondoñedo, “rico en pan, aguas y latín”, la histórica villa cuyo origen se remonta al de la sede catedralicia britoniense fundada secularmente por Maeloc hasta su traslado a Valibria; lugar de montes, fuentes y ríos, es la sede que acogió en la magnífica “Catedral arrodillada” a la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por el maestro Dima Slobodeniouk, en el concierto que pudimos escuchar en la noche del jueves como colofón a la brillante edición del Festival Bal y Gay que acaba de celebrarse en la Mariña Lucense .
En la ciudad monumental y estación jacobea a la que se asocian nombres de grandes de la literatura como Cunqueiro, Noriega Varela, “o poeta da montaña” o Leiras Pulpeiro y también de nuestra música, como Pascual Veiga o los maestros de capilla José Pacheco o Ángel Custodio, pudimos escuchar los compases de la Suite para Orquesta Nº 2 en Si menor de J.S. Bach, el compositor de Eisenach. Una obra que transcurre a través del pórtico musical de la Obertura, el vivaz y veloz Rondó, la noble y reposada Zarabanda, las dos Bourrée, la Polonesa, el Minueto, como los de las danzas aristocráticas de la corte de Luis XIV y la alegre Bardinerie en donde el solista flautista, Juan Ibáñez, hizo gala de su virtuosismo. Tras la interpretación del gran maestro del barroco, música de Turina, la Oración del Torero Op. 34, inspirada tal y como apunta su autor en “el contraste musical y expresivo de la algarabía de la plaza y del público que espera la fiesta frente a la devoción de los que ante el altar ruegan a Dios por su vida, su alma, el dolor, la ilusión y la esperanza”. Música lírica y delicada que transpira un “clima brumoso y poético, como la copla de un pueblo capaz de rezar y cantar llorando” en la que los elementos nacionalistas se funden con la sutileza tímbrica del impresionismo francés. Por último la obra Shaker loops, una de las primeras composiciones del contemporáneo estadounidense John Adams, de corte minimalista y sonoridades luminosas, de enérgicas repeticiones y líricas secuencias.
Una propuesta diversa, interesante y atractiva magníficamente expresada por los intérpretes de una de las orquestas gallegas de mayor proyección que sonó excepcionalmente en el marco catedralicio con su fenomenal acústica. Todo un broche de oro para el encuentro musical veraniego del Bal y Gay, siguiendo más allá las costas de Ferrolterra.