Cómo se diagnostica y se trata
Javier Pereira Beceiro (*)
En el artículo anterior hemos intentado explicar el concepto de suelo pélvico, que son los prolapsos o descensos de vísceras (lo que es la vejiga caída), y aquellas causas que favorecen que así ocurra.
A modo recordatorio debemos quedarnos con la idea de suelo pélvico como la cama que sustenta y mantiene en su sitio los órganos del aparato sexual y urológico, y que tiene unos puntos calientes que son los orificios por donde es atravesada esta cama por la parte final del aparato digestivo, ginecológico y urológico, ya que es ahí donde ocurren los problemas de descenso o prolapso.
Vamos ahora a tratar varios temas de suma importancia, para completar este gran problema de salud, como son el diagnóstico y el tratamiento, como siempre intentando que cualquier persona lo entienda fácilmente.
Fundamental saber escuchar
En cuanto al diagnóstico, desde mi experiencia, sin duda hay dos cosas fundamentales, diría más bien que imprescindibles. La primera es saber escuchar. Porque lo que parece obvio, muchas veces, no lo es. Pocos problemas de salud exigen escuchar más y estar muy atentos que los problemas del suelo pélvico. No debemos olvidar que la patología del suelo pélvico es lo que llamamos los médicos una patología funcional, es decir, no es una patología como el cáncer, en donde prima la limpieza quirúrgica o la extirpación sobre la funcionalidad. En el suelo pélvico lo que importa es que las cosas funcionen bien, y no que estéticamente los resultados de una cirugía sean muy buenos, para luego no resolver o mejorar el problema, o incluso empeorarlo. Por eso, en vez de una anamnesis o interrogatorio dirigido, es fundamental escuchar, comprender los síntomas que nos cuenta la paciente, para así saber si
estos se mejorarán tras la corrección del problema, o si seguirán e incluso empeorarán a pesar de la cirugía.
Exploración física correcta
La segunda cosa imprescindible es la exploración física correcta. Y ésta pasa por
realizarla de pie y acostada, con la vejiga llena, y con la vejiga vacía, después de haber orinado.
Unos síntomas que se acentúan a lo largo del día y, sobre todo, estando de pie, para
entenderlos bien, exigen una exploración estando de pie y con la vejiga llena, pues es en esta posición donde veremos con más facilidad el prolapso.
A partir de este punto, podremos hacer muchas pruebas, como cultivos de orina, ecografías, cistografías, resonancia magnética o estudios urodínámicos, pero siempre para apoyar nuestro diagnóstico exploratorio, o para, en caso de duda, saber que casos merece la pena ser operados o no.
Los problemas del suelo pélvico, para su tratamiento, podemos dividirlos de una manera práctica en tres grupos. Por un lado, los problemas derivados de la debilidad de las sujeciones de la uretra, lo que comúnmente llamamos el “caño”, que va a ocasionar pérdidas de orina con los esfuerzos, como la tos, la risa, el levantar un peso o hacer la cama. Es lo que llamamos la incontinencia de orina de esfuerzo. Por otro, los descensos o prolapsos de las vísceras a través de la vagina, es decir, el descenso de la vejiga, del recto, del cuello uterino o del mismo útero a través de la vagina. En un tercer grupo estarían los casos de pérdidas de orina por el esfuerzo y descenso de órganos por la vagina al mismo tiempo.
Rehabilitación del suelo pélvico
Llegados a este punto vamos a tratar un tema del que mucho se habla, pero pocas veces se entiende bien, y que es la famosa rehabilitación del suelo pélvico. Vamos a ver qué es y para qué sirve. Pues igual que hacemos gimnasia o paseamos para mantener una buena tonicidad de los músculos del cuerpo, la rehabilitación del suelo pélvico consiste en una serie de ejercicio que, realizados de manera regular y constante, hacen que los músculos de la cama que soporta todo el peso, tengan una buena elasticidad y tonicidad. Y, gracias a esto, los órganos estén en su sitio y funcione todo mejor.
Pero varias cosas debemos tener claro sobre la rehabilitación del suelo pélvico. En primer lugar, lo caído, caído está. Por tanto, si tenemos la vejiga o el cuello de la matriz descendida, mediante esta rehabilitación no esperemos que las cosas vuelvan a su sitio, porque no es así.
Como mucho conseguiremos frenar o enlentecer la evolución de este descenso. Por otro lado, para conseguir óptimos resultados, esta rehabilitación hay que hacerla de por vida, a diario.
Empezamos a notar mejoría a partir de la tercera semana de ejercicios, y perdemos todo lo ganado cuando llevamos 5 ó 6 días consecutivos sin hacerlos. Tenemos que incorporarlos a nuestra vida como el lavado de manos, la ducha, o el lavarnos los dientes, como otra rutina más. Haciéndolo así vamos a conseguir los mejores resultados.
Beneficios de la rehabilitación del suelo pélvico
Entonces, ¿cuáles son los beneficios de la rehabilitación del suelo pélvico?. Los mejores beneficios se obtienen en las pérdidas de orina con la tos, risa u otro esfuerzo, lo que llamamos la incontinencia de orina de esfuerzo, cuando ésta es debida a que la uretra o “caño” está muy móvil por la debilidad muscular. También produce mejoría en las pérdidas de orina por irritación vesical, o vejiga hiperactiva, si bien el tratamiento para este tipo de pérdidas de orina es otro. Hay otro beneficio muy importante, nada desdeñable, con la rehabilitación del suelo pélvico, y es que esta tonicidad y elasticidad va a hacer que las relaciones sexuales sean más satisfactorias.
Muchos son los tipos de ejercicios que existen. Los más clásicos y no por ello menos efectivos son los ejercicios de Kegel. Diseñados inicialmente hace más de 70 años para las pérdidas de orina tras el parto, se basan en la repetición, al menos 3 veces al día, de contracciones- relajaciones de los músculos de la pelvis. Otros ejercicios muy interesantes y efectivos son los conocidos como hipopresivos, que son ejercicios de contracción aguantando la respiración. Los más controvertidos a mi criterio son el empleo de aparatos para introducir en la vagina, como las famosas bolas chinas, los huevos de jade o huevos Yoni, o los conos vaginales. Y no porque no tengan eficacia algunos de ellos, sino porque muchos son dispositivos que se anuncian como eficaces pero que no tienen supervisión médica, lo cual puede producir riesgos para la salud, desde irritaciones vaginales hasta infecciones graves. Por todo ello, y porque como
hemos visto y es importante insistir en el tema de la constancia, creo que sea cual sea el ejercicio empleado, debe de ser inicialmente explicado y adiestrado por un profesional, por un rehabilitador del suelo pélvico, quien personalizará para cada paciente cual es el método que mejor se le adapta, puesto que no parece lógico que realice el mismo ejercicio una mujer de 35 años con incontinencia de orina tras un parto, que una mujer de 75 años que ha recibido radioterapia pélvica por un cáncer de útero.
Como hemos mencionado antes, lo descendido, descendido está, y las cosas no volverán a su sitio sólo con rehabilitación. En estos casos, lo más importante es, sin duda, personalizar el tratamiento, puesto que en muchas ocasiones los resultados pueden ser irreversibles o de muy difícil corrección en caso de no conseguir el objetivo deseado. Para eso debemos volver al punto inicial, el escuchar y explorar adecuadamente a la paciente, y ver que sus síntomas se corresponden a esa debilidad. También es fundamental atender a las preferencias de cada paciente, y ser realista a la hora de explicar cómo es la técnica que vamos a emplear, sus resultados, y lo que
esperamos conseguir en su caso concreto. A día de hoy existen excelentes mallas de última generación que se integran muy bien en los tejidos y que, colocadas vía
laparoscópica desde el abdomen, con pequeñas incisiones, dan muy buenos resultados. De hecho, la vía vaginal hoy en día se reserva para las pequeñas cintillas que se colocan para las pérdidas de orina por el esfuerzo que no mejoran con la rehabilitación, y para los pocos casos de vejigas o matrices caídas en donde el abordaje a través del abdomen sea prácticamente imposible. Sin olvidarnos de los pesarios o anillos vaginales en forma de donut, para aquellas pacientes que no deseen ser intervenidas o que sean de alto riesgo quirúrgico.
Lo importante, a mi criterio, es quedarnos con la idea que los problemas del suelo pélvico, las incontinencias y los órganos descendidos como la vejiga, no es algo propio de la edad o de los partos, que tenemos que asumir como naturales o propios de la edad, y llevarlos con resignación. Tienen corrección o, al menos, mejoría, y que, por tanto, son síntomas que no debes dejar pasar por alto.
(*) Médico especialista en Urología y Andrología en Área Sanitaria de Ferrol Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Médico especialista en Cirugía Laparoscópica Máster en Suelo Pélvico e Incontinencia urinaria femenina por la Universidad de Salamanca Máster en Cáncer de Próstata Avanzado por Universidad de Salamanca Máster en UroOncología por la Universidad C. Herrera