Javier Pereira Beceiro (*)
Cuando se considera normal lo anormal lo único que puede pasar es que un problema pase desapercibido o que no sepamos la magnitud real del mismo. Y esto es lo que le acontece al siguiente problema que vamos a tratar, la vejiga hiperactiva, un problema de salud más frecuente que la hipertensión arterial o la diabetes, pero que se consulta mucho menos. De hecho, la Sociedad Internacional para la Continencia, ICS, estima que 1 de cada 5 mujeres de más de 40 años sufren este padecimiento, es más, llegando a 1 de cada 2 mujeres mayores de 65 años, afectándoles en gran medida en su calidad de vida.
¿Y qué padecimientos son esos que hacen que se escondan o se consideren normales?. Pues consisten en ganas súbitas de orinar sin aviso previo y por tanto sin estar la vejiga llena, también denominado urgencia miccional. Esta urgencia ocasiona que la mujer vaya al baño con más frecuencia de lo normal, tenga que levantarse por las noches a orinar, y que incluso pueda tener pérdidas de orina.
Como podemos ver, no son síntomas de ningún padecimiento mortal, pero que afectan en gran medida a la calidad de vida e independencia de muchas mujeres,
muchas de las cuales sienten vergüenza por padecerlos, y otras lo consideran natural como propio del envejecimiento. De ahí que se consulte tan poco, y más aún en estos tiempos de pandemia, en donde nuestra vida social se ha reducido a mínimos, y las consultas telefónicas no invitan mucho a contar este problema por teléfono.
En muchas ocasiones podemos conocer la causa de estos síntomas, como las infecciones de orina, los cálculos en la vejiga o las enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple.
Pero en otras ocasiones, no sabemos la causa de este comportamiento inadecuado de la vejiga, y es en estos casos cuando hablamos de vejiga hiperactiva.
Es importante reconocer estos síntomas como un problema de salud que nos afecta a nuestra vida cotidiana. La urgencia y la frecuencia miccional, el empleo de salva slips, compresas y pañales, la sensación de estar húmeda o el olor a orina, afecta a la vida laboral, personal, familiar e íntima de la mujer. Y nuestros médicos de familia están preparados para hacer una aproximación diagnóstica inicial del problema. Para iniciar los primeros tratamientos, y para derivar al urólogo generalista aquellos casos que no consiga resolver. Este será el siguiente escalón que hará la aproximación inicial especializada, y que resolverá muchos casos, y derivará al urodinamista los más complicados.
En este sentido, el correcto abordaje de este problema pasa por la intervención de diferentes especialistas, siendo el urólogo urodinamista el especialista coordinador de todos ellos, y partiendo de la base que esto no se cura con pastillas, y que el centro de atención debe ser el paciente, en este caso, la mujer, ya que es necesaria su implicación absoluta para intentar tratar el problema de la manera más especializada.
Por desgracia, pocos somos en Galicia los urólogos urodinamistas, lo cual ocasiona grandes listas de espera en la sanidad pública.
El tratamiento de la vejiga hiperactiva pasa por modificaciones en los hábitos de vida de las mujeres, así como la evitación o abandono de determinadas conductas, principios básicos sin los cuales el resto de tratamientos bajan su efectividad sensiblemente. Sin una total implicación y unos objetivos intermedios realistas alcanzables, la tasa de abandono o fracaso del tratamiento es altísima. En los últimos años han aparecido moléculas nuevas que han reducido sensiblemente los abandonos de tratamientos de los medicamentos clásicos, muy influidos por su escasa mejoría y por sus indeseables efectos secundarios. En este sentido, los médicos de familia manejan muy bien estos medicamentos con pocas contraindicaciones y pocos efectos secundarios.
Los tratamientos quirúrgicos están reservados para aquellos casos severos que han fracasado al tratamiento médico. El tratamiento de los nervios que llevan las órdenes a la vejiga, cuyo nombre técnico es la neuromodulación sacra y la estimulación percutánea del tibial posterior, solamente deberían realizarse por profesionales con experiencia y en pacientes muy seleccionados. El tratamiento local con inyecciones en la vejiga con toxina botulínica, el llamado Botox, es un tratamiento muy sencillo de realizar para el paciente, incluso a nivel ambulatorio, y en pacientes seleccionados, con resultados muy interesantes. Otras técnicas quirúrgicas más agresivas implican el fracaso total de los tratamientos previos, y síntomas inaguantables.
Si sufres este padecimiento, y quieres decirle hasta aquí hemos llegado, quiero ser libre….. Consúltalo!!!
(*) Médico especialista en Urología y Andrología en Área Sanitaria de Ferrol Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Médico especialista en Cirugía Laparoscópica Máster en Suelo Pélvico e Incontinencia urinaria femenina por la Universidad de Salamanca Máster en Cáncer de Próstata Avanzado por Universidad de Salamanca Máster en UroOncología por la Universidad C. Herrera