Pedro Sande García
Comienzo este artículo con unas palabras que considero que no deberían ser necesarias pero que la actualidad obliga a ello. Son las palabras que definen el título de este artículo, título que se ha puesto de moda en las últimas semanas en parte gracias a los chistosos y graciosillos que inundan las redes sociales. Según la RAE, Allegados tiene varias opciones, yo me quedaré con la que hace referencia a «dicho de una persona: cercana a otra en parentesco, amistad, trato o confianza». He leído la definición varias veces y de forma repetitiva me surge una pregunta, les ruego que se la hagan ustedes y la respondan con sinceridad, ¿alguno de ustedes desconocía lo que es un allegado? Una vez que hayan resuelto el interrogante permítanme el atrevimiento de plantearles una segunda cuestión: ¿es necesario que un gobierno dicte un conjunto de normas para saber con quién debemos y podemos reunirnos estas Navidades?
Además de las cuestiones anteriores y viendo el estúpido debate surgido alrededor de la palabra allegados, me he preguntado qué hubiera ocurrido si la normativa del
gobierno solo incluyera a los familiares. La respuesta hubiera sido que habría ocurrido lo mismo, las redes sociales también se llenarían de graciosillos haciendo chistes sobre una situación dramática. No es el pesimismo el que me lleva a esa conclusión, es la realidad la que me hace ser pesimista. Algunos de ustedes pueden pensar que mi objetivo es defender o atacar al gobierno que dicta las normas en estos tiempos de pandemia. Si eso es lo que piensan les aconsejo que no sigan leyendo estas líneas. En caso contrario les adelanto que mi objetivo es exponer lo que pienso de una parte de los seres humanos, una parte que en los últimos tiempos se ha ido expandiendo como una plaga que corrompe todo lo que la rodea.
Hablo de unos individuos idiotizados y dominados por una condición humana que los ha convertido en seres miserables, en este caso da igual que surgió primero, una cosa lleva a la otra. Seres a los que sus gobernantes les tienen que dictar las normas de como comportarse en una situación que se ha cobrado la vida de millones de personas, una situación que dejará secuelas físicas y psicológicas a millones de seres humanos, una situación que ha llevado a la ruina y a la miseria a millones de hogares, una situación que pese a los atisbos de esperanza aún le queda mucho tiempo para que desaparezca de nuestras vidas. ante esta situación, ante este drama mayúsculo ¿hay individuos que necesitan que alguien les diga como deben comportarse estas Navidades?
He utilizado la palabra idiotizados, creo que me he quedado corto y voy a añadir otro calificativo, estúpidos. Idiotas y estúpidos es lo que muchos individuos están
demostrando ser. Pero los graciosillos no están solos, a este grupo se le unen los
negacionistas, los que no usan mascarilla, los que llenan las calles con su afán
consumista o los que las llenan para ver la mentira de las luces de colores. A la lista de
calificativos ya citada creo que sin temor a equivocarme puedo unir el de irresponsables, insolidarios y miserables.
Hasta aquí ha hablado mi cabeza, para terminar quiero hablarles con el corazón.
Por favor, cuídense y tapen todas las rendijas ya que el enemigo está al acecho para
infiltrarse y hacerles sufrir. Les deseo que estas Navidades sean muy felices con sus
seres queridos, serán unas Navidades diferentes pero es mejor que sean diferentes a que sean las últimas. Estoy seguro que muchos de ustedes son seres inteligentes y no hace falta explicarles que es un allegado o un ser querido. Por último, y como dicen en mi tierra, «moito sentidiño».