«Música ao fin do Camiño»

Julia Mª Dopico Vale

“Música ao fin do Camiño”. Este fue el título de la conferencia pronunciada en la tarde del pasado lunes por nuestro compositor más universal, el maestro Juan Durán, en la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario. Una conferencia que nos aproximó a través de la palabra y escogidos ejemplos musicales grabados e interpretados por los monjes de la Abadía de Silos, al universo musical del medievo vinculado a Santiago de Compostela, principal centro de peregrinaje de la cristiandad junto a Roma y Jerusalén.

Al Santiago secular llegan los peregrinos de Europa para obtener la intercesión divina que otorgan los restos del Apóstol, cuya tumba en la Gallaecia se descubre entre restos de un asentamiento romano, construyéndose sobre ella la magnífica Catedral; peregrinos que al llegar a la Plaza del Obradoiro entonan la melodía del Canto de Ultreia: “…e ultreia e suseia/ Deus aia nos… Adelante y arriba y que Dios nos proteja” y que contemplan absortos la grandiosidad de la arquitectura, las esculturas ejemplificantes, las deslumbrantes vidrieras y coros celestiales entonando cantos seguramente escuchados por primera vez, actuando con todo su poder emocional en sinestesia de colores y formas en el ánimo de los que allí acuden movidos por la fe.

Aspectos como la disociación entre música vocal e instrumental en la práctica del culto, precisamente respondiendo a la teoría platónica del “ethos”; la progresiva aceptación de los instrumentos en el ámbito eclesiástico; la fidedigna representación de los mismos en el tímpano del Pórtico de la Gloria en manos de veinticuatro ancianos que portan el organistrum, las antiguas arpas, los populares salterios, los laúdes moriscos o las fídulas y violas “da braccio” y “da gamba”…como “afinando las almas” para su purificación o como preparando un concierto para honrar a Dios; las incógnitas indescifrables que siguen acompañando a la práctica instrumental de estos tiempos, por ejemplo en cuanto a la afinación y que imposibilitan la reproducción sonora de la primitiva “orquesta”; la aparición de la polifonía y con ella la concepción vertical de la música con sus primeras manifestaciones en el “organum paralelo”, doblando a distancias interválicas de quintas o cuartas el “cantus fisrmus” extraído del gregoriano o el más florido “organum melismático”, en el que varios sonidos adornan la misma sílaba y la aparición expresa de ejemplos del milagro polifónico en los apéndices del Códice Calixtino, testimonios escritos en notación diastemática sobre coloridos tetragramas de ejemplos de cantos como el himno Congaudeant Catholici…fueron tratados con rigor y claridad, aproximándonos Juan Durán con su palabra al lejano universo sonoro del medievo religioso con sus gigantescas aportaciones sin las que la tradición musical culta occidental no existiría, al menos tal y como la entendemos hoy.

Una imprescindible puesta en valor que desde estas líneas ferrolterranas ahora secundamos.

 

 

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