¿No se me ocurre otro tema para un nuevo artículo?, me imagino que es la realidad la que me impide actuar con plena libertad. Empiezo a escribir estas palabras el 28 de septiembre de 2020, desconozco si cuando termine la realidad será diferente, en cualquier caso poner este título, Madrid, creo que es una mera disculpa para hablar de otras cosas.
¿Es Madrid el lugar donde se refleja la realidad de nuestro país?, creo que si a lo que está ocurriendo en Madrid le añadimos lo que ocurre en Cataluña, el resultado de dicha unión se resumiría en palabras como: ineptitud, dislate, ineficacia y vulgaridad.
Seguro que haber igualado con estos términos a estas dos comunidades autónomas genera el mismo desprecio y la misma verborrea que si las hubiera diferenciado.
¿Quiero decir con esto que España es un país de ineptos, ineficaces, y vulgares? rotundamente digo, en estos momentos, que sí. Con toda seguridad a ustedes no les gustarán estos calificativos, a mí me pasa lo mismo. De todos los comentarios que
surgirán al haber leído dicha afirmación sobre nuestro país, los que más me interesan,
debo de ser sincero, los «únicos» que me interesan, son aquellos que aun estando de
acuerdo, aunque sea en parte, echarán toda la culpa de lo que está ocurriendo a nuestros dirigentes y a nuestros políticos. Permítanme que sonría, no piensen que me río de ustedes, sonrío por la facilidad que tiene, tenemos, el ser humano de escurrir el bulto.
Como verán hasta el momento del título de este artículo, Madrid, poco he hablado. Sería interesante preguntar a un espectador externo que piensa de lo que está ocurriendo estos días en Madrid, y me estoy refiriendo al vulgar, vergonzoso y barriobajero enfrentamiento entre los gobiernos central y autonómico en unos momentos de extrema gravedad para el país. No duden de que tengo mi opinión pero discúlpenme por no hacerles partícipes, al fin y al cabo mí opinión y la de todos ustedes no va a rebajar ni un ápice los calificativos que he utilizado y que reflejan una nefasta realidad.
Volviendo a aquellos que ponen toda la responsabilidad del pecado sobre los hombros de nuestros gobernantes, quisiera echar un poco de sal en la herida, les pido perdón pero reconozco que estos días tengo un sentimiento de enojo monumental con mis congéneres, no solo con los que se dedican a la política. No son ellos, y me refiero a
los políticos, los únicos responsables de esta situación, los culpables de que en estos
momentos seamos un país de ineptitud, ineficacia y vulgaridad y de que estemos
mostrando una imagen vergonzosa son todos ustedes, somos todos nosotros. Han sido
todos ustedes, somos todos nosotros, incluyo a los que pudieron depositar su voto y no lo hicieron, los que han elegido a sus gobernantes. Gobernantes que no han nacido ni
crecido en lugares lejanos, ni siquiera se han criado en macetas diferentes a la nuestra.
En Madrid, como en Cataluña y como en el resto del país cuando surgen problemas
somos especialistas en echarle la culpa a la clase política y a los otros. Los otros son
como calificamos a los que no piensan como nosotros, los que están equivocados, los
que están cegados por las artimañas del enemigo que les ha engañado.
Todo lo que he escrito hasta ahora les puede parecer a ustedes muy duro, pero me
imagino que pensarán que es mi problema que yo me incluya entre el «nosotros», al fin y al cabo ustedes piensan que no están en ese grupo de «nosotros». A mí me pasa lo mismo, aunque me he incluido en el «nosotros», la cortesía me lo exige, no me siento participe, yo además de echarle la culpa a los gobernantes y a los políticos, yo les responsabilizo a todos ustedes. Al fin y al cabo yo también tengo la tendencia de eludir las responsabilidades.
Creo que ahora veo claro la razón de haber usado el título de «Madrid», ese gran
lugar en el que llevo viviendo más de la mitad de mi vida, es donde en la actualidad se
refleja la verdadera cara de nuestro país. No se sientan celosos por no citar a Cataluña,
ahora solo toca Madrid.
Por último y para terminar, permítanme decirles que lo que está ocurriendo en nuestro país, aun siendo muy grave, no nos hace diferentes de lo que ocurre en otros
lugares de nuestro entorno. Les sugiero que vean el último debate entre los dos
candidatos a ser inquilinos de la casa blanca de Washington . He visto unos minutos, el recuerdo del refrán a mí no me ha consolado, me ha dejado mucho más preocupado.