Carlos J.García
Portugal con apenas 23.392 personas infectadas por coronavirus, de una población de 10 millones de habitantes, 880 fallecidos, 1.270 recuperados, 1.040 internados, 186 en la UCI, según el último boletín de la Dirección General de Salud lusa, es un ejemplo para España y para otros países.
¿Dónde está su secreto? En dos direcciones coadyuvantes: la previsión y la unión. Previsión ya que desde el primer momento Portugal ha hecho dos cosas
fundamentales: ha hecho test rápidos y PCR’s elaborados en Portugal, con diseño extranjero, pero con los medios portugueses, uniendo a científicos de las principales Universidades y a empresas relevantes de sectores afines.
Nuestros vecinos son el cuarto país de Europa en ratio por miles de habitantes en hacer las pruebas de detección del virus, solo por detrás de Alemania y los países nórdicos. La otra dirección es la tremenda unión que han llevado tanto el pueblo portugués como sus políticos, olvidándose de rencillas, olvidándose de la política que reina en nuestro país llamado España. Entre todos han sabido hacer una sola política que ha frenado el desarrollo del Covid-19 de una manera ejemplar: desde primeros de marzo, cuando se detectan serios problemas en Italia y España, Portugal cierra sus fronteras con España, declara un primer estado de Alarma y a los pocos días uno de Emergencia pero con grandes diferencias con las medidas del gobierno bipartito español: en Portugal el confinamiento es voluntario, se puede hacer deporte individual, se pueden dar paseos y al mismo tiempo se extreman las condiciones en los lugares en donde pudiera haber aglomeración. Todo un ejemplo para nuestros
gobernantes.
Hablan de una tercera dirección de contención de esta pandemia; a juicio de los portugueses la limpieza personal y sobre todo de manos está más arraigada en su país. Y yo añadiría una cuarta dirección: la alta resiliscencia del pueblo luso.
En España se habla con cada vez más fuerza de un estado Federal en el que cada autonomía actual pueda tomar las medidas de contención que estime necesarias en función de su estado de contención del virus. Y no es un pensamiento baladí. El presidente Feijóo, el president catalán y el lehendakari vasco así lo vienen reclamando de manera insistente.
Soy de la opinión de que las medidas de confinamiento se deberían relajar no solo por autonomías, llego más lejos al reclamar que esas medidas deberían tomarse a nivel comarcal. Solo basta echar un vistazo rápido a estas demarcaciones para ver que hay
algunas en las que el impacto actual del Covid-19 es escaso.
Y no quiero olvidarme en esta reflexión de la escasa o nula cooperación de las
autoridades políticas españolas con los centros de investigación, y en concreto con los investigadores sobre el Big Data. El análisis de estos datos dados por los movimientos detectados por los repetidores de telefonía móvil, nos daría una fotografía dinámica de los movimientos de la gente, de sus relaciones cercanas, de sus contactos temporales o menos temporales, etc. Todos esos datos conllevarían a una mejor comprensión de cómo se está contagiando esta pandemia y se podría tomar medidas profilácticas. Y todo ello sin tener que vulnerar la Ley de Protección de Datos