Semana Santa en silencio

Julia Dopico Vale
La música religiosa y la profana han convivido desde los albores de la humanidad en las diversas culturas que configuran nuestro hoy globalizado planeta, si bien es en Occidente en donde la aparición de un riguroso sistema de notación musical va a permitir que ambas manifestaciones adquieran dimensiones inusitadas, influenciadas también por el peso de la cristiandad que desde el medievo marcará la evolución de las artes europeas en general y de la música en particular, desde el originario canto gregoriano a verdaderas catedrales sonoras con sobrados y magníficos ejemplos.

Junto a estas sublimadas y cultas expresiones musicales existen otras de raíz popular, conservadas generalmente gracias a la transmisión oral, entroncadas en las tradiciones de los pueblos y acompañando su transcurso vital, como ocurre en España con la celebración de la Semana Santa que en Ferrol adquiere especial relevancia, valiéndole el ser calificada como la mejor de Galicia.

Miles de personas llenan los barrios de Esteiro y la Magdalena…las calles de la ciudad, prestando mirada atenta al paso de las procesiones con su magnífica imagenería representando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el Ecce Homo, Nuestra Señora de los Cautivos, el Cristo de los Navegantes, el Santo Encuentro…Un anunciador toque de corneta o el redoble de los tambores son suficientes para pronosticar la solemnidad del paso de las hermosas imágenes contempladas con veneración y respeto y acompañadas en su marcha por las legiones de músicos y sus bandas.

Mas esta vez no habrá Semana Santa en Ferrol, ni música que la acompañe, siguiendo las medidas y pautas de contención del coronavirus. En la ciudad solitaria resonará tan solo un sepulcral silencio.

Hagamos de él una petición, un ruego de esperanza- no de ilusión- para que podamos celebrar juntos tiempos mejores.

 

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