Enrique Barrera Beitia
Los avances científicos permitirán la modificacion genética de los humanos, un tema vidrioso por su transversalidad con la eugenesia nazi. Incluso en un país como China, con fama de poner pocas trabas a este tipo de experimentos, un tribunal de Shenzhen condenó a tres años al científico He Jiankui por editar de forma ilegal genes de embriones con fines reproductivos. Es verdad que el tribunal consideró que no editó correctamente algunos embriones implantados, con lo que no terminamos de saber si se le castiga por el experimento, o por hacerlo mal, que no es lo mismo. El caso es que el científico ruso Denis Rebrikov ya ha dicho que tomará el relevo, ante el silencio de
las autoridades rusas.
La Historia demuestra que es imposible frenar el avance de la Ciencia. En su tiempo, la Iglesia se opuso a la vacunación y perdió la batalla; mas recientemente, cuando se desarrolló una técnica de gestación implantando óvulos de una mujer en el útero de otra, volvió a protestar y volvió a perder. Se trataba en ambos casos de actitudes (o supuestas actitudes) morales, pero ahora el debate tiene un innegable componente de lucha de clases.
En principio, parece razonable y deseable reforzar el cuerpo humano para hacerlo más resistente a las enfermedades, pero mientras las vacunas universalizaron sus beneficios, la actual orientación de la ingeniería genética ofrece soluciones muy caras, y sólo al alcance de la élite. Si continúan los avances, en unos años los humanos más ricos empezarán a usar la ingeniería genética paramejorar su salud, se implantarán exoesqueletos confeccionados por impresoras 3D, y terminarán encargando el diseño de bebés reforzados física e intelectualmente.
La consecuencia socio-política será que el ascensor social no podrá subir hasta el piso más alto, y que la movilidad social operará entre las clases sociales que no pueden financiarse estas terapias.
La fuerza, la salud y la inteligencia de los descendientes del segmento más rico serán
inalcanzables para los demás, y como mucho, el Estado podría universalizar las terapias más baratas del catálogo disponible.
Las autoridades rusas podrían autorizar al biólogo molecular ruso Denis Rebrikov, a gestar nuevos bebés con ADN modificado. En su novela “Un Mundo feliz”, Aldous Huxley imaginaba una sociedad en la que la medicina altera las capacidades humanas, y la población lo asume, al estar adormecida por la cultura del entretenimiento y el suministro estatal de drogas; no parece ahora tan utópico.