Enrique Barrera Beitia
La concejalía de Servicios Sociales de Ferrol, o si se prefiere, la concejalía de Bienestar Social, ha vuelto a ser la cenicienta de nuestra administración local. Digo que «ha vuelto». porque hubo épocas en que se le dio la importancia que merece. Inicialmente se centraban en ejercer una especie de beneficencia o caridad hacia grupos sociales instalados en la marginalidad, y a los que considerando imposible insertarlos razonablemente en la sociedad, había que proporcionar cierta ayuda.Sin embargo, las crisis económicas arrojaron “fuera de la normalidad” a muchas familias que habían estado perfectamente integradas, y que mientras no regresen al mercado laboral, tienen derecho a percibir ayudas para sobrellevar el día a día.
Los Servicios Sociales de los concellos son los encargados de filtrar las peticiones y de argumentarlas, pero este trabajo se ve muy perjudicado por la reducción del personal, que obliga a los trabajadores sociales a dedicar parte de su jornada a trámites burocráticos que deberían hacer auxiliares administrativos. Un ejemplo concreto lo tenemos en la RISGA (Renta de Integración Social de Galicia). Desde enero de este año, un cambio legal de gran sensatez permite hacerla compatible con los trabajos que aporten pequeños salarios, y además permitirá que dos beneficiarios convivan en la misma vivienda sin tener que renunciar a la prestación, ni a otras ayudas, como el bono de alquiler.
Estos cambios legales, además de incentivar la búsqueda del empleo, permitirán elevar la cuantía media de la prestación y sacar de la pobreza a 400 personas en Ferrol, pero para ello hay que recuperar la plantilla de nuestros servicios sociales para agilizar los trámites, evitando las lógicas situaciones de crispación ante las demoras. A este problema se añade una mentalidad jurídica que pretende y logra imponer en esta concejalía, el parsimonioso procedimiento y ritmo de los demás negociados, considerando que una ayuda social no debe ser tramitada con más celeridad que un permiso de obra.
La percepción de la sociedad sobre los servicios sociales, continúa lastrada por la persistencia de muchos tópicos, pero la realidad es que ni trabajan exclusivamente para la gente marginal, ni tienen como objetivo que haya familias que vivan permanente e injustificadamente sin trabajar. Haría bien el nuevo gobierno local de Ferrol en meditar sobre este asunto.