El fado, la expresión más conocida de la música portuguesa, originariamente el canto de las gentes de la mar, inspirado en la soledad y el vaivén de las aguas, ha sido el protagonista musical de la semana con la voz de Cristina Branco, nombrada en 2016 para los Globos de Oro como mejor intérprete individual por su disco Menina, acompañada por primera vez por la Real Filharmonía de Galicia y por la nostálgica y evocadora tímbrica de la imprescindible guitarra portuguesa esta vez de Miguel Amaral y dirigidos por el maestro luso Pedro Neves, Director Principal de la Orquesta Clássica de Espinho y profesor en la Universidade do Minho.
Un recorrido histórico y geográfico-del Norte al Sur de Portugal- bajo el título Cantigas de Sal, para expresar la voz del “nuevo fado” enriquecido por experiencias musicales tan diversas y lejanas como las procedentes del jazz, el tango de Piazolla o las fugas de J. S. Bach, miscelánea ejemplarmente tratada musicalmente con los arreglos de Mário Laginha, capaz de hacer confluir estos elementos creativos hacia la esencia del fado, este canto marcado, como el tango o el flamenco, por la fatalidad y la desdicha. Nítida la evocadora presencia de la legendaria Amalia Rodrigues, “rainha” do fado y su principal embajadora que ha dejado más de 170 grabaciones del género, definitiva incluso en la actitud vocacional de Cristina Branco- nao sei, nao sabe ninguen/ porque canto fado neste tom magoado de dor e de pranto…-y recordada especialmente en los compases de Estranha forma de vida; si bien junto a los “clásicos” sonaron también canciones populares portuguesas: Ó Laurinda, Linda, Linda, do Algarve, Mirandum se foi a la guerra…y otras de nueva creación, las de Mário Laginha: Abertura 2011, Camponês Alentajano o Margarida para concluir con el vibrante Maria Lisboa de Alain Oulman. Dos noches de fado que también nos hubiera gustado compartir en Ferrol.