2018, los retos continúan para la UE

Aroa Fandiño Serrano

Decir que el año 2018 ha sido un año difícil para la UE es como decir que cualquiera de los anteriores también lo ha sido. Es curiosa esta empresa de la integración europea: si echamos un ojo a la Historia mundial no sé si habrá algún otro proyecto político que haya generado tantos titulares en los que se incluya tantas veces la palabra “crisis”.

Que estamos creando algo (organización internacional) sin precedentes más o menos está claro, que genere tanta incertidumbre es un síntoma de que la UE tiene que hacérselo mirar, pero esto es algo que ya sabemos (hay un montón de artículos que también lo dejan patente).

Artículos y titulares tenemos de sobra, lo que hacen falta son dos cosas: un cambio en la manera de contar las cosas (normalmente etiquetadas con la multi-usada palabra “crisis”) y el rumbo claro.
Normalmente, los bien entendidos señalan que el gran pecado de este proyecto de Unión es la “falta de narrativa” (y se quedan tan panchos). Lo que obvian, no entiendo muy bien el motivo, es el objetivo último de los llamados, con cierto aire paternalista, “padres fundadores»: la unión política (empezando por el federalista europeo de mayor relevancia, Altiero Spinelli, hasta por Jean Monnet, creador del método comunitario). Ojo, diferían en el camino, pero el destino lo tenían clarísimo. Por tanto, la narrativa está clara: la unión política. No queda otro remedio: la Europa federal es innegociable para que este proyecto tenga éxito.

Entonces, ¿cómo se puede construir algo (lo que sea) desde un punto de vista tan negativo? Hablamos de crisis, pero no de retos. Por otro lado, la crítica descarnada no propone otra mirada alternativa. Creo que ésta es la “crisis”- reto al que se enfrenta este proyecto. No son los “eurófobos” los que me preocupan, sino los que creen en una Europa más leal a los valores con los que se autodefine pero que no “entiende” en qué consiste esto de la UE. Éste es el reto. Y para ello, reitero, hay que cambiar la manera en la que la tratamos y tener bien enfocado el fin último de la UE: una unión política a nivel supranacional que nos permita convertirnos en una espacio plenamente democrático (el primero en el mundo, de ahí la mención de “sin precedentes” que señalaba anteriormente).

Así pues, juzgar a la UE es muy complejo: es un proyecto vivo (mucho más que las democracias nacionales, porque éstas ya gozan de una estructura precisa aunque requiera de mejoras) y la UE aún está a medio construir.

Algunos de los hitos de este año son bien conocidos: Brexit, situación judicial en Polonia, reformas políticas y judiciales en Rumanía. ¿Y si viéramos estos “problemas” como oportunidades? Por ejemplo, el Brexit visto como algo tremendamente horrible para la UE ha traído claridad y unidad para la Unión (para el Reino Unido, que es quién lo plantea, solo caos). Las situaciones poco democráticas vividas en diferentes países nos permiten reafirmarnos en nuestros valores siendo la Comisión y el Parlamento los que han asumido su responsabilidad. En este sentido, me parece infantil el argumento, con cierto aire egoico, que se refiere a “qué drama que ahora surjan estas faltas de democracia en estos países”, cómo si en las “mejores” familias no surgieran desajustes (cómo si la UE tuviera que ser perfecta para poder ser creíble cuando esto no se le exige ni al gobierno nacional, autonómico ni local…). Hay otros, que no terminan de solucionarse como la llamada “crisis de los refugiados”, porque requieren de coraje para continuar la integración-federación. Y, hay temas que debemos afrontar a nivel europeo (como la inteligencia artificial, la unión de la energía, la cooperación en defensa, el mercado único digital, los derechos del consumidor, etc.) en los que las Instituciones Europeas ya están legislando.

En definitiva, un deseo para este año nuevo es encarar el presente y el futuro de la Unión hablándonos de manera más constructiva (crítica, pero aportando algo diferente a palabras que describan el apocalipsis) y teniendo siempre presente el destino que aún tenemos que conquistar.

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