Recimil, un maltratado barrio de Ferrol

El casal de Recimil se cita el siglo XIV, según recoge en su obra el historiador Cal Pardo. El año 1752 la aldea de Recimil aparece dentro del término de Ferrol en el Catastro de Ensenada. El lugar de Recimil se incluye el año 1845 en el diccionario geográfico de Pascual Madoz, dentro de la parroquia de Santa María de Caranza. En cuanto a su etimología, el topónimo de Recemil aparece en el “Onomástico de la lengua gallega” del Padre M. Sarmiento, junto a otros como Ardemil, Quindimil o Castromil.

El lugar de Recimil, situado “fuera de puertas” de la urbe amurallada de Ferrol, fue el sitio elegido durante la década de los cuarenta del pasado siglo XX para la construcción de las consideradas primeras viviendas de protección oficial que se levantaron en España desde el final de la Guerra Civil. Las obras se iniciaron el año 1941, planificadas desde Madrid por arquitectos del Instituto Nacional de la Vivienda, rematando el año 1960.

Se alzó extramuros de la ciudad, lindando con la Puerta Nueva, un conjunto de ciento cincuenta edificios con algo más de mil viviendas sociales de titularidad municipal, ocupadas según se iban rematando las correspondientes manzanas. En la mayoría de los casos se trató de inquilinos de escasos recursos económicos aunque se reservó un significativo cupo de viviendas de aspecto más aparente para funcionarios civiles y militares en los bloques próximos al hoy irreconocible espacio de la plaza de España.

Las conocidas al principio como Viviendas Protegidas y luego Casas Baratas, del también llamado barrio del Pilar y barrio de Recimil, conforman un amplio parque de trama reticular y forma trapezoidal, formado por bloques de cierta monotonía y de gran longitud de fachada, dispuestos en paralelo y comunicados por cortos pasadizos.

El barrio, formado por viviendas de dos y tres alturas, de dimensiones interiores reducidas, tiene un trazado geométrico de calles de cierta amplitud, disponiendo de jardines, zonas verdes y alguna plaza de interés como la de Sevilla. Situadas las viviendas en un plano descendente con relación a la carretera de Castilla, sufren el inconveniente de que no se llegó a realizar la prevista conexión inferior con el barrio del Ensanche.

Dentro de cierta uniformidad en sus construcciones, cerrado de por sí y con las normales características de autarquía de la época, Recimil fue un barrio autosuficiente dotado de un amplio grupo escolar, un concurrido mercado propio y un mercadillo periódico, y una iglesia, el moderno y amplio templo de la Virgen del Pilar y San Fernando (su verdadero nombre). Precisamente el templo del Pilar, además de las deterioradas pinturas murales de la fachada, tiene en su interior otras pinturas de gran interés, obra del artista coruñés Seijo Rubio.

El amplio tamaño del barrio, la mala calidad de los materiales empleados y especialmente la poca atención y nulo control de las diferentes Administraciones municipales, que favorecieron las ocupaciones ilegales y la llegada de nuevos inquilinos de inapropiada conducta cívica, fueron el mayor inconveniente para su mantenimiento integral y la causa de su actual degradación, aunque algunas de las viviendas reflejan en su interior el cuidado que le suministraron sus respetables inquilinos de siempre.

Mientras las sucesivas plataformas y asociaciones vecinales, siempre tan voluntariosas como poco efectivas, no parecen capaces de afrontar los problemas del barrio y el Ayuntamiento no se define de forma concreta sobre el posible mantenimiento y rehabilitación parcial o total del barrio, parece descartada su total reconstrucción. Cualquier posible solución, incluidos el derribo, exige tener muy en cuenta el problema humano de los vecinos de siempre, auténticos referentes de la barriada.

Como triste ejemplo de descuido del barrio, hace pocos años se llevó a cabo el derribo del edificio de las Casas Baratas que llevaba el número 6, situado al inicio de la carretera de Castilla, un bloque de seis viviendas con dos conocidos negocios de hostelería en sus bajos, la cafetería y salón de celebraciones Bambú Club y el bar y casa de comidas A Lareira. En el conjunto de ruinas que aún quedan, no se conoce el estado de conservación de las interesantes pinturas murales de González Collado que decoraban las paredes interiores del citado Bambú Club.

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