Hace dos años, el Brexit parecía una amenaza fantasma: amagaba con producirse, pero se mostraba inimaginable. La típica batalla política irreal y sobre-exagerada que sólo serviría para entretener a políticos y a medios de comunicación, pero que no se concretaría en un cambio de vida para los británicos. En 2016 no se visualizaba este desenlace. Yo tampoco.
Pensaba, como mucha gente, que se produciría una mayoría ajustada, pero en sentido contrario. Es decir, el Reino Unido se quedaba, aunque a regañadientes. Como venía siendo habitual. Pero, parece que vivimos en tiempos de posturas claras y cerradas.
El llamado Brexit nos deja algunas reflexiones:
Primero, un resultado inesperado. A veces, los que nos pensamos que contamos con la razón de la obviedad de los valores como la paz, la convivencia democrática, los Derechos Humanos, etc nos relajamos y no damos la batalla democrática … y perdemos. Las victorias del pensamiento más cerrado han ganado en las últimas convocatorias electorales (Trump, Brexit, populismo en Italia y Brasil…) delante de nuestras narices, estupefactas ante semejantes hechos que no creíamos posibles.
Habrá más convocatorias electorales y más batallas democráticas que librar y comencemos a prepararnos para participar en democracia activamente y no esperar, porque el resultado nos parece obvio, a que otros participen por nosotros (como parece que está pasando con la unión de las mujeres progresistas en Estados Unidos convirtiéndose en la chispa de la resistencia). Volviendo al Brexit, ¿cuánta gente no votó?, ¿pudiendo hacerlo (con derecho)?. ¿Cuánta gente no lo hizo porque el resultado les pareció “obvio”? Las consecuencias del resultado de una votación en la que no participaron también se les aplica …
Un resultado inesperado de un referéndum consultivo en el que la actual Primera Ministra votó el quedarse y ahora está firmando el irse. Las consecuencias de cómo se hace política deberían hacernos reflexionar también. ¿Dónde está el límite entre la coherencia política y la ambición por salir en la foto (aunque sea en una foto contraria a tu posición política) o dicho de otra manera, ¿para qué tienen puestos de responsabilidad algunas personas?, ¿para defender una posición política o para salir en “la foto”?
Inesperado resultado del referéndum, inesperadas consecuencias en el gobierno británico, inesperada actuación gubernamental británica por caótica e infantil. Menos mal que se trata de un país como el “Reino Unido”, que si llega a ser otro… Si Churchill levantara la cabeza, qué habría dicho…
Por otro lado, inesperada unión en la Unión Europea. Acostumbrados como nos tiene, el Consejo Europeo (Jefe/as de Estado y de Gobierno), a mantener diferentes posturas incapaces de llegar a una posición común, sorprende que en este caso nos represente de manera unida. 27 países tomando decisiones al unísono (con solidaridad y negociaciones, como dicta la lógica) mientras que el Reino Unido, un país, incapaz de hacerlo. Gracias al Reino Unido, la Unión es más unión. Inesperado también.
La parte más triste de esta situación política son las inesperadas consecuencias, sobre todo, para la juventud británica. Su vida, en todos los sentidos, ya será muy distinta a como lo es para los que somos nacionales de la UE. Su vida cambiará de maneras que todavía no somos capaces de prever. Estamos construyendo un nuevo paradigma mundial: una democracia supranacional de la que uno de los países precursores de la democracia ha decidido irse. Una falta de visión, inesperada.
En definitiva, con la firma del acuerdo de salida del Reino Unido de la UE cambia el tablero de juego político, pero lo hace de una manera inesperada: el Reino Unido más desunido y la Unión Europea, más unida. Ahora las preguntas que se nos plantean a la ciudadanía europea de los 27 estados miembros de la UE son las siguientes ¿hasta dónde llegan nuestras fronteras exteriores?, ¿cómo visualizamos la Unión del futuro? Las respuestas las construiremos entre todos/as.