La cama de la Moncloa

Gabriel Elorriaga F.

Por Gabriel Elorriaga F.
Cada personaje tiene su mérito. Pedro Sánchez quería dormir en La Moncloa a toda costa y lo ha conseguido, sin necesidad de ser el candidato más votado en unas elecciones. Quería titularse doctor sin demasiado esfuerzo y lo consiguió con una tesis de corta y pega. Quería encabezar un partido cuyos cuadros intermedios no lo apreciaban y recurrió a la movilización de las bases más ingenuas y despistadas y remontó hacia Ferraz apoyado en una reacción demagógica. Tres triunfos que deben tener en cuenta sus oponentes si no quieren engañarse a sí mismos teniéndolo por una presa fácil y desarmada.

Los peores enemigos de Sánchez no están en la oposición sino debajo de la tan deseada cama de La Moncloa. Allí cohabitan sus socios que le ofrecieron sus votos de congresistas para catapultarlo sobre el colchón. Esos socios saben que el colchón sobre el que duerme ufano don Pedro, cuando no está de viaje, es un colchón neumático y ellos tienen en la mano los pinchos para desinflarlo.

El socio de Podemos sabe que bastaría forzarlo a elaborar unos presupuestos gastosos, unos impuestos insoportables, una diplomacia con guiños tercermundistas y una política inmigratoria desordenada para precipitarlo hacia el fracaso de la izquierda antes tenida por socialdemócrata para dar paso a una izquierda antisistema.

Los socios separatistas saben que con enfrentarlo con la Justicia, neutralizar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y exigirle exculpaciones o indultos para rebeldes y golpistas tienen garantizada la debilidad de un Gobierno para el que convocar elecciones significa el riesgo pavoroso de convertirse en cuarto partido en el escalafón del Congreso.

Impotente para mantener una línea propia y sin mayoría en la Mesa del Congreso ni en el Senado y habiendo renunciado al único plan digno en su caso como era cumplir el encargo de convocar elecciones lo antes posible, Sánchez duerme sobre un colchón neumático los días en que sus caprichosos viajes internacionales le permiten descansar en La Moncloa. En la cara se nota que duerme muy mal. En manos de quienes quieren romper la Constitución con el pretexto de reformar lo que a nadie le interesa reformar y de quienes quieren romper físicamente a España como quien descompone un puzle no se puede dormir tranquilo.

Romper el Estado por fractura o por reblandecimiento es el trabajo que realizan incansables bajo su cama sus socios del Congreso ¿por qué no lo pinchan? Porque sienten más provechoso maniobrar en la oscuridad debajo de la cama que enfrentarse a los dudosos resultados de unas Elecciones Generales. Pero también porque saben que nunca encontrarán un presidente más chantajeable que este doctor Sánchez.

Ni el propio Sánchez hipotéticamente reforzado con algunos votos más, como efecto de una sobreactuación mediática, sería un presidente más manejable para los demoledores del Estado que este presidente sin respaldo conocido. La tentación de sentirse estadista podría surgir entre sus hoy reprimidas ambiciones. Mejor dejarlo reposar con la amenaza de pinchar el colchón cuando no les complazca. Cada noche más cerca del pinchazo de su sueño engañoso, duerme sin conocer con certeza la acción de esos socios traicioneros. Gentes que llevan en la sangre el veneno de la venganza contra todo y todos los que hicieron posible paz y progreso sin reabrir las fosas del odio contra España. Esa Hispania que por el simple hecho de existir durante milenios ridiculiza su raquitismo político.

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