Julia Mª Dopico Vale
“Recuperan un violín valorado en 40.000 E que se vendía en una tienda por siete”. Es el titular que despertó en mí gran curiosidad. Al parecer el instrumento pertenecía a Dani Cubero, primer violinista del “Quixote Quartet” y profesor de música en el Liceu, asaltado por un transeúnte que le hurtó su preciado violín fabricado en 1740 por el luthier austríaco Johannes Uldarichus, siguiendo los legendarios modelos de los constructores de Cremona como Stradivarius, cuyo nombre eclipsa quizás al de cualquier otro, o el de su rival, Guarnieri, aprendiz del Grand Amati, constructores que experimentaban desesperadamente en busca de las materias primas capaces de proporcionar las mejores capacidades tonales de los instrumentos, creando así piezas únicas codiciadas por intérpretes, coleccionistas y comerciantes.
La casualidad hizo que un amigo de Cubero visitase una tienda de instrumentos de segunda mano y allí, imagino que con tamaña sorpresa, encontró el violín del profesor que se vendía por el módico precio de siete euros.
Pronto vine a pensar en otra historia en la que también un violín es protagonista, la Historia de un soldado, la ópera de cámara de Stravinski que narra las aventuras de un soldado que de vuelta a casa ha de enfrentarse a los engaños del demonio que quiere apoderarse de su violín que representa aquí su alma, enfrentando el genial compositor en esta obra aquello que cuesta dinero con lo que no tiene precio, la dualidad entre lo material y lo espiritual y en definitiva la perpetua lucha entre el bien y el mal.
Volviendo al caso, cualquier comprador podría haber adquirido el violín del profesor Cubero, incluso como curiosidad o elemento decorativo pagando los correspondientes siete euros, pero…véase que sobre el violín se fijaron los ojos del conocedor, del que sabe distinguir entre valor y precio e incluso del que sabe de aquello que no se compra…ni se vende.