Pepa Antón
Tras la ventana abierta descansa la palabra, mientras la suave y fresca brisa del mar, llena de sensaciones y fragancias, envuelve al sentimiento.
Allí arriba, una luna curiosa se asoma y coquetea con los reflejos de cientos de pequeñas lucecitas naranjas que iluminan los bordes de la ría.
La quietud es total y el silencio que hace ya algunas horas se adueño de la noche, se quiebra, solamente, por el triste lamento del transcurrir del tiempo en sus horas más ciertas.
Atrás quedó la prisa, el vértigo de la fugaz mañana corriendo atareada con su ir y venir, con sus trasiegos. En ese afán de asegurar una inseguridad siempre insegura. Espejismo del hoy, dulce trampa inocente que tienden a la vida los ruidos y la luz.
Y ante mí, en esta misteriosa madrugada cuando se deshojan de uno en uno los pétalos del ser, el Universo enamorado, latiendo de esperanza,me regala sus lágrimas de estrellas.