Una de las grandes propuestas para crear una Unión Europea más democrática ha sido la vincular el resultado de las elecciones europeas con la designación/elección del Presidente/a de la Comisión Europea asemejando este proceso al de un Estado y alejándolo al típico de una Organización Internacional.
¿Qué quiere decir esto? En nuestro caso, en España, las elecciones generales dan unas mayorías en el Congreso de los Diputados (cámara de representación de la ciudadanía española). Atendiendo a este resultado, sus miembros eligen al Presidente/a del Gobierno de España.
En cambio, en el caso de una Organización Internacional, por ejemplo como la ONU, a la persona que “representa” a la Organización, como Secretario General en este caso, lo eligen los Estados miembros de la ONU. Esto es, entre medias no se convocan unas elecciones de la ciudadanía que forma parte de esos Estados.
¿Qué ocurre en la UE? La elección de la presidencia de la Comisión Europea (que aunque le llamamos el gobierno de la UE en realidad manda menos de lo que debiera) la decide el Consejo Europeo (representación de los/as Jefes de Estado y de Gobierno de la UE) y no el Parlamento Europeo. Y por tanto, este sistema se parece más al de una típica Organización Internacional que al de un Estado.
Pero, en un intento bastante acertado de democratizar la UE, el Tratado de Lisboa (art. 17 TUE) contempla vincular el resultado de las Elecciones Europeas con la elección de la presidencia de la Comisión (es el llamado proceso de Spitzenkandidat), siguiendo a grandes rasgos los sistemas nacionales, tal y como comentábamos antes.
Así, en 2014 Jean-Claude Juncker, cabeza de lista del Partido Popular Europeo (PPE) fue elegido Presidente de la Comisión Europea tras la victoria del PPE en las elecciones europeas. Es decir, el Consejo Europeo se limitó a designar a aquel candidato que contaba con el apoyo de la ciudadanía europea expresado mediante elecciones.
Pero esto no quiere decir que los/as Jefes de Estado y de Gobierno no tengan más que decir en este asunto, más bien al contrario influyen y mucho durante la elección de las “cabezas de lista” de su propio partido político para concurrir en las Elecciones Europeas.
¿Qué pasará en 2019? El Consejo Europeo está poniendo en duda este sistema, aunque la Comisión y el Parlamento quieren, obviamente, que este sistema de elección de la presidencia de la Comisión ya implantado en 2014 vuelva a repetirse tras las Elecciones Europeas de 2019.
Esta “puesta en duda” es una consecuencia de la eterna contradicción que existe en la UE: los/as Jefes de Estado y de Gobierno deben dejar de tener tanto “poder” para que sea la ciudadanía europea la que lo asuma a semejanza de lo que ocurre a nivel nacional.
Si queremos que la Unión Europea sea lo más democrática posible, el proceso de Spitzenkandidat debe respetarse para que sea la ciudadanía europea, a través de su Parlamento, la que tome las decisiones. Así, se construye la democracia europea.