No podía ser más prolífica la semana musicalmente hablando: la Sinfónica de Galicia y un wagneriano viernes en sublime expresión y cuidada selección de repertorio que nos llevó del monumento al amor con Tristán e Isolda, “el más bello de todos los sueños” al Ocaso de los Dioses, como profetizaba el Zaratustra de Nietzsche “Quién de vosotros ha hecho algo por superar al hombre?”… después de oír este concierto cabría afirmar que Wagner, sí.
Con otro matiz bien diferente y no por ello menos trascendental, el domingo la música vino de mano de la Banda Municipal de A Coruña y el estreno absoluto del reciente y flamante ganador del “Premio Reina Sofía de Composición”, el Maestro Juan Durán, que presentó esta vez «O Bosque do Asubiador«, un concertino para flauta gallega y banda en el que el folklore triunfa vigorosamente, convirtiendo lo ancestral en expresión culta y actual a través de un brillante tratamiento que sabe cómo conducir la integración de elementos populares en la grandiosidad orquestal, transportándonos a momentos de telúricos misterios a otros poderosamente ágiles y luminosos, de vital alegría.
Mucho tuvo que ver en la consecución de esta obra el propio intérprete solista, Efrén Díaz, que dignificó con su magistral actuación la dulzura tímbrica de un instrumento inusual en la gran orquesta y que sonó estupendamente, dejando bien claro que estas combinaciones pueden resultar enormemente atractivas y enriquecedoras.
Siguiendo “días y romerías”, celebramos también el “75 Aniversario del Conservatorio de A Coruña”, cantera para la formación de diversas generaciones de artistas y para culminar el concierto de la Real Filharmonía en el Auditorio ferrolano, de mano de la Sociedad Filarmónica y con el británico David Hill abriendo el ciclo “De lugares y órganos” que promueve el Concello de Santiago.
No podía haber más ni mejor música. Un lujo para los sentidos.