Ethel Smyth, compositora inglesa en un no tan lejano 1933 en su Female Pipings in Eden presentaba una reveladora visión del papel de la mujer en la música: “Relata la leyenda que una tarde mientras Adán dormía, Eva perforó varios orificios en una caña hueca y empezó a tocar una melodía. Al instante despertó Adán y exclamó -Detén ese horrible ruido!, añadiendo tras una pausa –además si alguien tiene que hacerlo, éste he de ser yo, no tú”.
Habría que analizar las capacidades auditivas del tal Adán y también las interpretativas. Incluso podríamos añadir que de poseerlas Eva se sentiría muy orgullosa… “Como cuerdas doradas y sin afinar son todas las mujeres, que largo tiempo yacen intactas para luego desentonar con violencia”. “Lindeza” esta de C. Marlowe sobre la que cabe decir que sí, efectivamente, hubo grandes mujeres “desentonadas” en todas las épocas capaces de dejar huella y seña de lo que eran capaces, también en el ámbito musical que es el que hoy nos ocupa por la muy reciente y reivindicativa celebración del Día de la Mujer Trabajadora que en pleno S.XXI resulta aún necesaria.
El Auditorio Gustav Mahler del Conservatorio de Culleredo fue la sede en la que de mano del historiador Carlos Pereira, que en otras ocasiones nos habló sobre templarios, masones o libre pensadores, expuso la trayectoria musical de dos mujeres especialmente vinculadas con Ferrolterra: Carolina Casanova, diva ferrolana cuyo periplo internacional resulta asombroso (Teatro Imperial de Varsovia, Real Teatro de San Petersburgo…) y Emilia Quintero, celebrada pianista perteneciente a una dinastía de músicos, los Calé “con gran sentido de la perfección y un maravilloso Chopin”. Heroínas de un tiempo que no era mejor y que conviene recordar, así como ejemplo vivencial de un Ferrol ilustrado cuna de notables personajes musicales- tal es el caso-.