La mala leche de Ferrol (1910)

Enrique Barrera Beitia

La leche es un producto que hoy día encontramos en abundancia, y que cumple las exigencias sanitarias, pero no siempre fue así. A comienzos del siglo pasado, la leche envasada y pasteurizada era muy escasa. En Coruña se elaboró por primera vez en Curtis, y se enviaba por ferrocarril a la capital provincial, pero a Ferrol empezó a llegar poco antes de 1920. Hoy día consumimos cuatro o cinco veces más que hace cien años, cuando la leche se consideraba un alimento medicinal para niños y enfermos. Unas 200 lecheras pagaban un impuesto llamado “arbitrio” a la entrada de Ferrol, es decir, “pagaban el fielato” y vendían a domicilio y por las calles los excedentes de Serantes y Narón.

Anuncio de venta de leche pasteurizada en Coruña, a 40 céntimos el litro (un obrero ganaba 2 pesetas al día). A la derecha, un grupo de lecheras en Santiago de Compostela en 1924.

La Federación de Agricultores de Ferrol-Pontedeume, había presentado el 5 de abril de ese mismo año unas demandas en las que pedían la supresión de los arbitrios para abaratar el precio, y que “los análisis de la leche en los fielatos, la hagan personas competentes, con aparatos adecuados, que no se queden con la leche, y que se destruya la adulterada”. Es decir, sospechaban que la leche requisada la vendían los guardias de arbitrio.

Por otra parte, y aunque a muchos les sorprenda, el sistema métrico decimal no estaba implantado al cien por cien, y muchos productos continuaban vendiéndose en medidas antiguas. El 13 de septiembre de 1910, llegó a Ferrol con poderes especiales para implantar la Ley de Pesas y Medidas en todas las lonjas y mercados, un teniente coronel del Estado Mayor llamado Eduardo Escribano García, acompañado de varios ayudantes. El 25 de noviembre, en los fielatos de Canido y Porta Nova se apostaron dos de ellos (Amador Loureiro y Jesús Lestón), para comprobar las denuncias de los vecinos relacionadas con las medidas usadas por las lecheras. Se comprobó que efectivamente, estaban un 10% por debajo de la capacidad que marcaban. Se incautaron 370 medidas, y ese día no entró leche. Hubo protestas entre la ciudadanía.

La sociedad Libertad y Progreso que tenía su sede en Xoane, lideró las protestas. Su presidente era Domingo Santalla y su secretario Avelino Landeira. Se organizó un bloqueo y se impidió la entrada a Ferrol de las lecheras que, habiendo comprado las medidas legales, querían volver a vender la leche. Durante doce días continuó el boicot, extendiéndose a las legumbres y huevos. La Guardia Civil escoltaba a los vecinos de Ferrol que debían ir en grupos, a comprar estos productos a sus habituales proveedores de Serantes.

Aunque el comité obrero de Ferrol se reunió el 28 de noviembre y decidió apoyar a las campesinas, la batalla estaba perdida por dos razones:

a) La opinión pública no tenía buena opinión de las lecheras, que por otra parte, no supieron explicar bien sus demandas. Para la mayor parte de los ferrolanos, eran simplemente unas tramposas.

b) Los comerciantes empezaron a pedir grandes cantidades de leche condensada, desconocida en la ciudad hasta entonces. Además, el gobernador civil Felipe Romero Donallo, y el alcalde de Ferrol, Emilio Antón e Iboleón, se pusieron de acuerdo en sumistrar leche desde Coruña por vía marítima.

Los alimentos parcial o totalmente deshidratados, son inventos militares con el objetivo de ahorrar peso y espacio. La leche condensada se inventó en 1850, durante la guerra de sucesión en EE.UU, y la sopa deshidratada de guisantes, alimentó al ejército prusiano en 1867. A España, estos alimentos llegaron con mucho retraso

Fueron detenidas por la Guardia Civil las hermanas Soledad y Josefa Mouriz Sardina (las Zinchonas), campesinas de Pazos (Serantes) por “ejercer coacciones con Victorina Díaz, sirvienta de Ferrol que se había desplazado hasta ese lugar para comprar leche”. Dos días después detuvieron a Carmen Guerrero Bouza, Josefa Montero Rodriguez, Purificación Lorenzo Lorenzo y Socorro Ramos Vázquez, que integraban un piquete de bloqueo. Eran vecinas de Doniños, y algo les debió ocurrir en el cuartelillo, porque tuvo que acudir el médico forense Jesús Iribarnegaray Oyarzabal, para atenderlas. La Guardia Civil dijo que se autolesionaron y se destrozaron los vestidos. Fueron enviadas a prisión con ropas prestadas. Que cada uno saque sus conclusiones.

En el pleno municipal del 2 de diciembre, los concejales Allegue, José López González y Nicasio Pérez Moreno, presentaron una moción para evitar el fraude de la leche en calidad y cantidad, pidiendo crear entre dos y cuatro lecherías en la ciudad, con precio regulado. Se aprobó estudiar la propuesta en una comisión, que era la mejor manera de no hacer nada.

La leche que llegó a venderse a 65 céntimos el cuartillo (medio litro), empezó a bajar por la competencia de la leche condensada y porque cada vez había más lecheras que rompían la huelga, de manera que la sociedad Libertad y Progreso pidió una negociación con el alcalde. El 6 de diciembre se llegó a un acuerdo y quedó aparentemente solucionado el conflicto.

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