Como indicamos en la primera parte de este artículo, Ferrol presenta desde hace bastantes años el curioso fenómeno de la itinerancia y el traslado de lugar de los monumentos públicos. Al paso del tiempo, varias obras escultóricas, estatuas y monolitos han sido cambiados del lugar donde nacieron, cuando no desaparecieron.
Precisamente la pasada semana se mostraron, entre otros, los casos del Obelisco de Churruca, la Fuente de la Fama y el busto de Méndez Núñez. Hoy veremos varios casos más de esta itinerancia, cambio fe lugar, e incluso desaparición, de monumentos y obras públicas.
La pareja de estatuas de Marte y Júpiter, las esculturas públicas más antiguas de Ferrol, fueron levantadas para adorno del Paseo de las Delicias el año 1863, siendo trasladadas el año 1957 a los Jardines de San Francisco, incluyendo los bancos de piedra serpentina, encontrándose hoy todo ello en un estado deplorable de conservación.
La fuente Wallace, comprada por un ferrolano en París e instalada en la Praza Vella el año 1889, fue trasladada al Parque Municipal mediado el siglo XX.
El busto de Antonio Piñeyro, alzado el año 1925 en el patio del Hospital de Caridad, fue llevado a los jardines del nuevo Hospital General de Caranza el año 1974.
En lo que se refiere a monumentos desaparecidos, dentro del Parque Municipal, el monolito en honor del aviador Iglesias Brage, inaugurado con su presencia el año 1954, desapareció de forma vergonzosa al construirse el nuevo Parque Aquaciencia, al igual que desaparecieron las simpáticas esculturas del Niño de la Oca y el Niño del Delfín, situadas en el estanque infantil del mismo Parque Municipal.
Más casos de trashumancias y/o desapariciones públicas. La estatua de Franco, causa de la conversión en Zona Cero de lo que en su día fue la plaza de España; el monumento a los Artilleros del Ejército, situado en la Avenida do Rei; el cenotafio de los Médicos de la Armada, erigido en el patio exterior del Hospital Naval; el óleo del Descendimiento de Agustín Robles, colocado en principio en la capilla del cementerio de Canido; el Cristo que estaba situado originalmente en la hornacina de San Roque; el peto de ánimas del siglo XVII, colocado en la entrada lateral de la iglesia de San Julián.
Se puede seguir hablando de las cuatro estatuas que rodeaban la cúpula del nuevo edificio del Ayuntamiento, colocadas el año 1953 y hoy desaparecidas. De la misma forma, los cuatro bustos situados en los óculos frontales del Ayuntamiento, fueron pronto trasladados al Parque Municipal donde se colocaron sobre pedestales, junto con otros cuatro bustos de nueva hechura. En estos momentos han desaparecido dos de estos bustos.
Rematamos con dos tristes casos. El monumento más antiguo de Ferrol y una de las cruces de piedra más antiguas de Galicia, el errante Cristo de la Tahona; de vuelta del cementerio cultural del monte Gaiás se encuentra hoy en una sala esquinal del Centro Cultural de la calle Concepción Arenal. El histórico escudo municipal de Ferrol que coronaba el antiguo Consistorio del siglo XVIII; hoy es utilizado como florero de entrada de aquel presunto Centro Cultural.