Manuel Molares do Val
El caso de la niña de doce años de un pueblo de Madrid que murió de coma etílico tras un botellón es parte de una cadena de irresponsabilidades iniciadas aparentemente en sus padres por permitirle acudir a esas “quedadas”, y más cuando por dos veces antes la policía la había llevado a casa beoda.
Pero esas irresponsabilidades son consecuencia sobre todo de las leyes elaboradas para proteger supuestamente a los niños de sus propios padres, y que en muchas ocasiones los vuelven incontrolables en su casa y en los colegios.
La Ley 54/2007, de 28 de diciembre, de Adopción internacional, presentada como la más progresista del planeta por Zapatero, hizo desaparecer del Código Civil el artículo 154, que concedía a los padres la facultad de “corregir razonable y moderadamente a los hijos”.
Una de sus consecuencias se detectó después, cuando unos padres fueron detenidos por la Guardia Civil en Baeza (Jaén) e imputados por un presunto delito de detención ilegal por castigar a su hija de 16 años sin salir de casa un festivo, tras descubrirla fumando marihuana.
Un pequeño bofetón puede retirarle temporalmente la patria potestad a los padres si el niño lo denuncia.
Los padres de la niña muerta anuncian que se querellarán contra el Ayuntamiento por permitir los botellones, que suelen celebrarse simultáneamente los fines de semana en cualquier parte por toda España, muchas veces en lugares difíciles de controlar, como era el páramo en el que ella se reunió con seis amigos.
Podrían querellarse también contra ellos mismos, contra quienes aprobaron esa Ley 54/2007, y contra los psicólogos y pedagogos que propugnan tantas libertades para esos angelitos que en ocasiones casi un tercio de los maestros españoles está de baja por las depresiones que les provocan.