En Peninsular Maderera trabajaban unas 470 personas y en PYSBE cerca de 300. El cierre de ambas empresas en 1973 fue un duro golpe para el empleo en nuestra ciudad, además de destruir irremediablemente la posibilidad de contar con una industria diversificada. Muchos ferrolanos recuerdan estas fábricas, que formaban parte de nuestro paisaje urbano, pero seguramente pocos conocen por qué cerraron. Intentaré explicarlo en este artículo.
Peninsular Maderera (PEMSA) era propiedad del empresario orensano Francisco Bergaz Santos, consejero del Banco General de Comercio e Industria (BGCI), entidad financiera presidida por el empresario segoviano Nicomedes García, propietario de Anís La Castellana y Whisky Dyc. Era un banco muy ligado a dirigentes de la dictadura, entre ellos el presidente de gobierno Luis Carrero Blanco, principal accionista de SUMCO SA, una empresa que comercializaba las 40.000 toneladas de cacao que se producían en Guinea.
PEMSA utilizaba la madera obtenida en la antigua colonia por Explotaciones Forestales Garitorenza, para fabricar unas 50.000 puertas mensuales que se vendían a 400 pesetas cada una, además de 3.500 tableros diarios. Con otros productos, facturaba unas ventas mensuales superiores a los 30 millones de pesetas, mientras que la nómina salarial se acercaba a los 2.5 millones. Es decir, era una empresa que proporciona unos elevados beneficios económicos a sus propietarios, pero la clave era el acceso a una materia prima muy barata obtenido en Guinea, en unas condiciones de semi-esclavitud.
En PEMSA se trabajaba con una mentalidad clientelista. Los trabajadores entendían que habían entrado como un favor personal de los directivos, y en agradecimiento les llevaban regalos de sus fincas, pavos para Navidad, percebes, etc, hasta que por las duras condiciones laborales y los bajos sueldos, libraron una espectacular huelga en 1970 que duró 39 días y provocó numerosas detenciones.
Lo más conmovedor fue la negativa de José Caride Pita, el enlace sindical en quien más confiaban sus compañeros, a dejarse sobornar por la empresa. En sus condiciones familiares, su actitud fue heroica. Se ha comentado que la empresa quedó tan quebrantada por el conflicto, que tuvo que cerrar a los pocos años, pero es una versión interesada. La verdadera causa de su cierre ocurrió a miles de kilómetros.
Cuando por imperativo de la ONU se concedió la independencia a Guinea, el BGCI apostó por un partido dirigido por Saturnino Ibongo y Atanasio N’Dongo, pero perdieron las elecciones. El 5 de marzo, intentaron un golpe de estado contra el elegido presidente Francisco Macías. Fracasó y ambos murieron en los combates. Dadas las innegables relaciones entre los golpistas y el banco español, el gobierno guineano canceló la concesión maderera a Garitorenza. La empresa tuvo que abastecerse en otros mercados a precios más elevados, y Francisco Bergaz Santos empezó a concentrar su negocio en Ourense y Cuenca, usando madera de pino y dejando morir la factoría ferrolana.
Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España (PYSBE) era una empresa guipuzcoana con sede en Pasajes, que distribuía bacalao salado por toda España en cantidades elevadas. En 1936, editó un libro (cuya portada reproducimos más abajo) con 212 recetas recetas y un prólogo del Doctor Marañón, alabando sus cualidades alimenticias. En la hambrienta España de la posguerra, este pescado alcanzó una enorme importancia en la dieta nacional. El gobierno favoreció la construcción de bacaladeros (muchos de ellos en ASTANO) y en 1945 se abrió una segunda factoría en Ferrol, ocupando una concesión de 15.000 metros cuadrados en el puerto. Los barcos faenaban en lejanos caladeros, entre ellos Terranova, en condiciones extremadamente duras.
Las subvenciones alcanzaban el 83% del valor de cada buque, pero el gran error de la empresa fue que sus barcos continuaron faenando con el sistema tradicional, rechazando las nuevas tecnologías. Otras empresas como PEBSA, recién creada en A Coruña, y COPIBA y Pescanova en Vigo, trabajaban con barcos que despiezaban y congelaban el bacalao en alta mar, y empezaron a crecer en cuota de mercado.
Hasta 1955, PYSBE desembarcaba en Ferrol 9.000 toneladas anuales y otras tantas en Pasajes, pero la sobre-explotación de los caladeros hizo que las capturas disminuyeran. Los directivos intentaron diversificar sus capturas con atuneros congeladores, pero ya era demasiado tarde.
La principal característica laboral de PYSBE era su mayoritaria mano de obra femenina. Con bajos salarios y muy sometidas, también terminaron rebelándose cuando la empresa intentó despedir a 230 mujeres en 1967. El 13 de abril, se concentraron delante de la sede del Sindicato Vertical y fueron disueltas a golpes por la policía, resultando contusionadas cuatro mujeres. A María de los Ángeles Rivera Torres, una mujer de 29 años, delgada y de pequeña estatura, se le acusó nada más ni nada menos que de golpear y provocar lesiones a un policía. Fue juzgada por el TOP (Tribunal de Orden Público) y la condenaron a sólo seis meses de prisión, gracias a que un psiquiatra ferrolano llamado Pedro Roca Alcalde, extendió un certificado diciendo que padecía locura transitoria, lo que no era cierto.
En definitiva, PEMSA cerró por un lamentable error político y PYSBE por una mala política empresarial, decisiones en las que los ferrolanos no tuvimos arte ni parte. De haberse hecho lo correcto, tendríamos cientos de empleos más, porque ya saben que un empleo en la industria, genera entre uno y dos en el sector servicios.