Como en Ferrol hay muchos militares, supongo que no faltarán los aficionados a la lectura de libros relacionados con la Segunda Guerra Mundial, una tragedia que todavía es capaz de ofrecernos sorpresas debido a la reciente apertura de los archivos soviéticos, calificados por especialistas como Anthony Beevor y Christer Bergström como muy pulcros y minuciosos. Además, se han abierto nuevas líneas de investigación en Alemania (Mirian Gebhardt) sobre temas considerados tabú hasta hace poco, como las violaciones de mujeres y el trato de las democracias occidentales a los prisioneros alemanes. En este artículo, enumeraré siete mitos que han perdurado durante la guerra fría, y que a mi entender conviene desterrar, así como una notable sorpresa final.
Primer mito. La mayor parte de los soldados alemanes que cayeron prisioneros de los soviéticos, murieron en el cautiverio.
Es una de las mayores falsedades y sorprende que se haya mantenido tantos años. De 2.030.000 alemanes prisioneros en campos soviéticos, murieron 360.000. Estos datos contrastan con los 3.300.000 de prisioneros soviéticos que murieron de un total de 5.700.000. Los nazis no se portaron del todo mal con sus 230.000 prisioneros anglo-estadounidenses, ya que sólo murieron 8.300, mientras que se ha silenciado durante décadas, que 900.000 alemanes de un total de 5.500.000, murieron en los campos de prisioneros controlados por EE.UU y Reino Unido.
Segundo mito. El ejército alemán y sus aliados lucharon en inferioridad numérica frente al ejército soviético.
Cuando se produjo la invasión de la URSS (Operación Barbaroja), los ejércitos alemanes sumaban 3.350.000 efectivos, a los que se añadieron 1.130.000 de sus aliados, alcanzando un total de 4.480.000. Para detener la invasión, se contaba con 2.300.000 efectivos. Además, entre 1941 y 1943, los alemanes se reforzaron con 800.000 desertores y voluntarios que lucharon como auxiliares (hiwis) movidos por diversos motivos (antisemitismo, anticomunismo o evitar los campos de concentración). Los hiwis no encajaban con la doctrina racista de los nazis, pero se les incorporó por puro pragmatismo. Conforme avanzó la contienda, el ejército rojo igualó y después logró la superioridad numérica.
Tercer mito. El espía Richard Sorge proporcionó a Moscú una información clave: Japón no atacaría a la URSS hasta que cayera Moscú. Esto permitió que varios ejércitos soviéticos, pudieron ser enviados desde Siberia hasta Moscú, para contraatacar y hacer retroceder a los alemanes.
Falso. El informe decía que Japón atacaría a la URSS si se producía un envío masivo de efectivos rusos al frente de Moscú. Por ello, sólo se trasladaron 3 divisiones de fusileros. La sorprendente contraofensiva soviética de noviembre de 1941 se ejecutó casi exclusivamente con las tropas ya existentes en el sector, que sumaban un total de 600.000 efectivos, frente al Grupo de Ejércitos Centro, que tenía 1.500.000, aunque mucho más diluidos entre el frente y la retaguardia.
Cuarto mito. Los crímenes nazis en la retaguardia fueron cometidos por tropas de las SS, mientras que la Wermacht se mantuvo al margen.
Está documentada la existencia de unidades regulares que participaron en el genocidio contra los judíos de Bielorusia, Ucrania, y estados bálticos. Muchos soldados ayudaron a los eintsatzgruppen en las matanzas de judíos También es verdad que hubo oficiales que se opusieron y/o prohibieron participar en tales crímenes, pero la cadena de mando de la Wermacht fue conjuntamente responsable de las atrocidades cometidas contra la población civil soviética.
Quinto mito. Los rusos violaron masivamente a las mujeres alemanas a diferencia de los anglo-estadounidenses, que tuvieron un comportamiento civilizado.
Aunque es muy difícil saber las cifras reales, por extrapolación se puede calcular que hubo unas 850.000 mujeres alemanas violadas, 450.000 por soldados rusos, 200.000 por soldados estadounidenses, 50.000 por soldados franceses, otras 50.000 por soldados británicos y el resto por paramilitares checos y eslovacos (en cifras redondeadas). Una violación es siempre injustificable, pero sorprende que los aliados occidentales se comportasen de este modo, ya que sus poblaciones civiles no había padecido las atrocidades perpetradas por los nazis en la URSS. Por lo menos, el ejército rojo fusiló a varios cientos de violadores, pero los únicos soldados occidentales llevados a consejos de guerra por violación fueron militares negros de EE.UU, aunque ninguno fue fusilado.
Los alemanes y sus sucesivos gobiernos asumieron las violaciones, la destrucción de sus ciudades por la aviación aliada, las deportaciones masivas de alemanes de Europa Central y Oriental, y la mortalidad en los campos de prisioneros de los aliados, como un castigo que debían aceptar por su responsabilidad histórica. Por lo tanto, corrieron un manto de silencio sobre su propio sufrimiento.
Sexto mito. Casi todos los desertores soviéticos fueron fusilados.
Es otra mentira que se ha mantenido incomprensiblemente durante todo este tiempo. Los archivos de la NKVD, indican que de los 657.000 soldados soviéticos que desertaron o abandonaron sus posiciones, fueron fusilados 10.200 y el resto volvió a filas, en su mayoría a batallones de castigo.
Sétimo mito. La División Azul se comportó correctamente con la población civil y luchó con valentía y eficacia.
Lo primero puede ser cierto, porque no se han encontrado documentos en sentido contrario, más allá de las inevitables excepciones. Sin embargo, los informes de la Stavka (Estado Mayor del Ejército Soviético) y del Oberkomando des Heeres (Alto Estado Mayor del Ejército Alemán) coinciden en su escaso valor militar, con independencia de algunos hechos aislados. La división azul sufrió muchas pérdidas y encajaba mal en la Wermacht, que la evaluó negativamente. En total, fueron unos 47.000 españoles y sufrieron alrededor de 22.300 bajas por diferentes conceptos (muertos, heridos, prisioneros y enfermos): un aterrador 47.5 %. El mariscal Von Leb decidió retirarla a una línea donde pudiera mantenerse sin grandes esfuerzos. En cuanto a la Escuadrilla Azul, perdió casi todos sus aparatos y los pilotos fueron repatriados sin más.
La gran sorpresa.
Es sorprendente la rapidez con la que en la propia URSS se olvidaron del papel de la mujer en el ejército rojo (en el resto del mundo ni se sospechó). A partir de 1990 se ha recuperado y reivindicado su aportación a la victoria. Además de 200.000 partisanas, hubo 800.000 mujeres soldado, no sólo en labores auxiliares, sino como camilleras, aviadoras, francotiradoras, artilleras y tripulantes de tanques. Recomiendo la lectura de «La Guerra no tiene rostro de mujer» de la periodista bielorrusa y Premio Nobel Svetlana Alexiévich. No deja a nadie indiferente.