Esta segunda parte de nuestro interminable proceso electoral, entra en el tiempo de descuento con el panorama algo más que revuelto. Europa se sigue buscando a sí misma y España, políticamente hablando, bastante convulsa y los ciudadanos ya estamos algo cansados de tanta palabrería y tan poca voluntad de interpretar lo que los ciudadanos les pedimos, e insisten las encuestas, traduciendo los resultados a un lenguaje de apetencias personales.
En el afán lícito de ganar, ahora se les ocurre pedir el voto útil y no puedo menos que preguntarme ¿qué es el voto útil? Porque entiendo que en democracia todos los votos son útiles y, más aún, necesarios. O es que ¿ellos, los que lo piden, piensan que no? Personalmente me parece mal que hagan tales distinciones de útiles, entonces habrá que deducir que los que no son para el partido que lo denomina así, son inútiles. Una barbaridad que solo puede venir por la ausencia de otros argumentos en quién lo reclama, o es que piensan que los votantes no sabemos distinguir la valía de nuestro voto.
Pero esta idea de la utilidad no me extraña que lo argumenten, parece que tuviesen miedo a perder su estatus. Si se paran a pensar un poco y analizan los currículos de los distintos aspirantes a diputados, observarán que la gran mayorías, supongo habrá alguna excepción, son funcionarios de escalafón del partido que representan o del Estado en situación de excedencia, jamás han desarrollado una actividad creativa y menos han asumido responsabilidades patrimoniales personajes, empresariales o de otro índole. Parémonos un momento y echemos un vistazo a los dos partidos más tradicionales, ambos han gobernado todos estos años de democracia con distintas alternancias y el que ahora lo ha hecho, ha sido con una mayoría más que suficiente. Las historias de sus gobiernos las conocen y sus actitudes también, y parece que más bien les preocupe su escalafón y donde se colocarán si son elegidos, que otras cuestiones de interés de la ciudadanía; en ocasiones pienso que realmente les damos igual y solo les servimos para su utilidad.
Será por eso que piden lo del voto útil, ¡digo yo!. De los nuevo partidos a uno de ellos parece que sus modelos (Venezuela, Grecia) muy bien no funcionan y ya no los mencionan como referencia y que Tsipras ya no es buen ejemplo; en los ayuntamientos que gobiernan parece que favorecer proyectos que generan empleo, no va con ellos; como si tal cosa fuese premeditada, hablamos de Madrid, Barcelona, etc. Nos queda el partido más pequeño, el que a veces se despista y se deja llevar por la vorágine mitinera, pero que de momento tiene perfiles más imaginativos, y sus mensajes nos hablan de adaptación al dialogo, de modernidad y apuesta por la regeneración democrática y el orden constitucional. Como verán, tenemos en nuestras cuatro opciones mayoritarias políticas un amplio espectro de utilidad.
Concluyendo, no sé si les pasa como a mí, pero eso del llamado voto útil se me va aclarando. Incluso la utilidad del voto.