Pasado noviembre, el día de la Constitución marca el inicio adelantado de las fiestas navideñas. Así, el paseo se hace más agradable por las calles peatonales del centro de Ferrol transformadas en vías alegres y bulliciosas con una espectacular iluminación que si ya engalana magníficamente a toda la ciudad, en la Magdalena relumbra. Esto no fue siempre así. A veces es necesario recurrir a la memoria para recordar por qué son las cosas así. La etapa actual arranca en la navidad de 2007 fruto de un acuerdo entre el Centro Comercial Aberto de A Magdalena y la concejalía de promoción económica del Concello de Ferrol con aportación económica por ambas partes para modificar la estética de las fiestas que ayudara a ganar gente para el centro histórico. Luego, se extendió también al barrio de Ultramar o a la Carretera de Castela. A continuación vinieron más convenios con el pequeño comercio y la hostelería que posibilitaron que Ferrol tenga un tren chu chu o la formación de autónomos y trabajadores de estos sectores.
Esto viene a cuento del debate de la peatonalización del barrio de A Magdalena. Debate en sí mismo extemporáneo pues el Centro ya está peatonalizado en casi todas las manzanas de cuatro de las seis calles longitudinales permitiéndose la circulación y aparcamiento en las nueve transversales. Por tanto, el problema no es la peatonalización en sí. La controversia es cómo facilitar el aparcamiento para residentes en superficie y subterráneo, regular el acceso restringido a las manzanas peatonalizadas a los moradores del barrio y a los servicios públicos, reglar las zonas y horarios de carga y descarga con limitación de vehículos por tonelaje y tamaño, el acceso ininterrumpido a los parkings públicos, el transporte público o una política de vivienda que recupere población joven en un barrio envejecido. Son parte de los argumentos para recobrar la vida en el barrio.
Entonces, acordar los temas a debatir es el primer paso a dar por las asociaciones y el Concello. Me consta la capacidad de diálogo de los presidentes del Centro Comercial Aberto de A Magdalena y de la Asociación de Hosteleros, de la concejala de urbanismo y del Alcalde. El pequeño comercio y la hostelería del Centro han realizado muchos sacrificios económicos y aportado trabajo y entusiasmo, hay suficientes estudios y acuerdos municipales solo pendientes de pasar del papel a la acción para los que serán necesarios movilizar recursos técnicos y económicos. Por ejemplo, el Concello de Ferrol no tiene recursos humanos para acometer la política de vivienda cuando es imprescindible en una ciudad que sufre la despoblación de los cascos históricos y tiene un patrimonio municipal de más de mil viviendas.
Comparto con María Ramos que Ferrol necesita quererse mucho y añadiría diálogo, claridad de ideas, trabajo y acción.